Área personal

Picasso

Julio López 19 Sep 2018

A Picasso le encantaba recibir visitas en su casa del sur de Francia y todos se sorprendían de lo mismo, ya que no tenía colgado ni un solo cuadro suyo. ¿Acaso no te gustan tus pinturas? -le preguntaron. Me encantan, respondió Picasso. El problema es que, verás, no puedo permitírmelas.

Curioso comportamiento económico el del genial malagueño, intentar cuadrar sus gastos a sus ingresos. ¡Qué cosa tan antigua y fuera de moda!

No parece cambiar mucho la situación en el mundo, y seguimos instalados en las diatribas sobre lo justo o injusto del comercio mundial y, en definitiva, quién es el que la tiene más grande (aunque, según alguna famosa playmate, tendría Trump las de ganar). Lo que ha variado un poco es cómo se lo toma el mercado, que cada vez parece más aburrido y somnoliento y apenas presta atención ya a los Twitter de uno y de otro. Lo que parece es que ninguno se va a bajar del carro, y a una ristra de aranceles por parte de uno, responde el otro con tres cuartas partes de lo mismo. Las cifras que se ponen encima de la mesa, si lo miramos fríamente, hasta parecen ridículas. La tasa del 10% a 200.000 millones de dólares de importaciones chinas, apenas supone 20.000 millones de dólares (que es un 2% de la capitalización de Amazon, por ejemplo). Para establecer otra comparativa, esos 20.000 millones de dólares es lo que le costaría al año al gobierno americano que los tipos de interés de su deuda subieran un 0.10%. Es un buen resumen de cómo está el mundo, y las valoraciones a las que han llegado algunas cosas, y cómo nos dejamos guiar en los mercados financieros por los titulares alocados de la prensa salmón y los teletipos de Bloomberg.

Como ya comentábamos la semana pasada, sigue siendo el mercado americano el que logra beneficiarse de los problemas del resto de los mercados, principalmente de los emergentes. Igual que la recuperación del turismo español se ha beneficiado de los problemas de nuestros vecinos competidores del norte de África. Tanto el dinero como el turista termina fluyendo hacia algún sitio. El mercado americano se ha beneficiado de las políticas expansivas durante todo este tiempo. Primero con las políticas monetarias de tipos bajos y compra de deuda por parte de la FED, y cuando estas se acabaron, por las políticas fiscales expansivas de Trump, con las bajadas de impuestos y una decidida apuesta por menos regulación. No han parado de suministrar esteroides. Una de las medidas que más están influyendo en el mercado son las repatriaciones de dinero que tenían las multinacionales americanas en el exterior, que principalmente se están dedicando a la recompra de acciones. En el primer trimestre del año se han recomprado 384.000 millones de dólares en acciones, y algunos estiman que se superarán los 800.000 millones antes de fin de año. Son unas cantidades estratosféricas (la cuarta parte corresponde a Apple). Es un dato curioso, porque a la vez que se hace este tipo de operaciones, los insiders (directivos de las empresas) siguen vendiendo sus propias acciones a manos llenas. Lo que está claro es que se gastan más en acciones que en inversiones para el futuro; los gastos en inversión se han quedado en 341.000 millones de dólares, casi un 20% menos. Parece que el mercado aplaude que las empresas sean más pequeñas y más apalancadas. Y si bien la capitalización de las empresas está en máximos, es curioso como el valor patrimonial de las empresas (activos – deudas) lleva ya un par de años decreciendo, o medidas como el CAPE, nos lleven ya a niveles de 1929.

La deuda sigue creciendo de forma imparable, pero si superponen un gráfico del S&P 500 y un gráfico del crecimiento de la deuda americana, no notarán mucha diferencia. Cuanta más deuda, más suben las bolsas. ¿Para qué preocuparnos? En plena vorágine especulativa, el crecimiento de los déficits sigue disparándose. Si esto se da la vuelta, ¿volverán los keynesianistas a decirnos que, ya que la demanda privada ha desaparecido, tienen que reemplazarla con más demanda pública?, ¿No tendría que ser contra cíclico en este momento y, como José en Egipto, llenar los silos para cuando vengan las vacas flacas? En el caso “lejanísimo” y super improbable de que tengamos una recesión, ¿hasta dónde pueden dispararse los déficits? ¿Qué pasa si nos encontramos con una subida de los tipos de la deuda acompañada de más déficit?

Si descontamos el dinero que fluye a la bolsa, es curioso que la partida que más crece en el gasto de los consumidores sea la que tiene como destino el consumo en restaurantes (sobre todo fast-food), que está muy bien para darse un capricho al cuerpo, pero debemos recordar que el recorte fiscal actual va contra más deuda o mayores impuestos futuros. Aunque quizá en el nuevo paradigma económico hayamos ya eliminado el factor tiempo, la escasez de recursos, y el problema de la elección. El maná no parará. ¡Carpe Diem!

Después de todo este rollo que os he soltado, vamos a ver cómo está la situación de mercado, porque ya sabemos que el timing es lo más complicado de acertar. Los mercados americanos de acciones siguen su movimiento imperturbable y de momento no han dado ninguna señal de venta. Desde comienzo de año, están teniendo un comportamiento muy peculiar. Cada vez que amenaza con cortar la tendencia alcista acercándose a un nivel clave, nos encontramos una gran vela blanca que rompe cualquier intento bajista en los mercados. Ahora mismo la podemos situar en el 7.400 del Nasdaq 100. Mientras no rompa, se puede seguir largo apretando esfínteres. En el caso de los emergentes de acciones. El Morgan Stanley de emergentes ha encontrado una primera parada en los niveles 980-1000 donde tiene un nivel intermedio. Sin embargo, si miramos gráficos a largo plazo (mensuales) vemos que los niveles clave están todavía mucho más abajo, en la zona de 800, que es por donde pasa la tendencia principal tomando mínimos de 2002, 2008 y 2016, y que coincide con la media de 200 meses. Ahí es donde ha rebotado los últimos quince años, por lo que no tendría todavía prisa por comprar. Cada vez que sube el 10 años americano de rentabilidad, o se aprecia el dólar vuelven a surgir las dolorosas hemorroides. También les ayudaría que parara la caída brutal de las materias primas (azúcar y café caída de 50% en los dos últimos años, como bien se puede ver en los precios de Starbucks, ¿verdad?) nuevo mínimo histórico en el maíz, y con los metales cayendo alrededor de un 15% en el año. De momento, empezar a vigilar, pero sin tocar. Las bolsas europeas parecen haber parado la caída veraniega, pero no veo mucha fortaleza, y la recuperación débil puede más tener que ver con el vencimiento de derivados trimestrales del viernes que con cualquier otra cosa. En los vencimientos de septiembre de los últimos años, se ha alcanzado máximos el día anterior al vencimiento y luego ha venido una fase de lateralidad-caídas de al menos un mes. El sector que ha llegado a un nivel interesante y nos está dando entrada contra el índice general es el sector bancario. Se ha parado en el 61.8% de toda la subida 2016-2018 y puede rebotar en un momento que vuelve a estar muy vilipendiado por los inversores. Cuidado también con la ruptura del 3% en la deuda americana a 10 años. Preferimos comprarla al 2.95% de vuelta que ahora.

Decía Cela, “cuando las deudas no se pagan porque no se puede, lo mejor es no hablar de ellas y barajar”.

Buena semana,

Julio López Díaz, 19 de septiembre de 2018

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