Área personal

La Potra

Julio López 13 Feb 2019

Al contrario de lo que muchas personas creen, el término ‘potra’ no ha surgido de la jerga juvenil, sino que como vocablo hay constancia de su uso desde hace varios siglos, y ya aparece descrito en el Diccionario de Autoridades de 1737, aunque, en sus inicios, a la palabra no se le dio el sentido de buena suerte que se le otorga hoy.

Tal y como se describía en el mencionado diccionario, y hoy en día aparece en la RAE (en sus dos primeras acepciones), la potra es la hernia de una víscera u otra parte blanda o en el escroto (nada que ver con la hembra del potro, cría del caballo).

Dicha dolencia otorgaba a aquel que la tenía un pequeño privilegio (o al menos eso decían quienes la padecían): sentir molestias cuando el tiempo iba a cambiar -semejante a lo que les pasa a algunas personas que tienen problemas en las articulaciones-. A pesar del inconveniente del dolor que suponía, era de apreciar ese ‘sexto sentido’ (como algunos lo llamaban) con el que podían detectar con antelación (incluso de varios días) el cambio meteorológico, la llegada de una tormenta, nevada… El saberlo con suficiente anticipación ayudaba a que muchos agricultores pudiesen salvar sus cosechas.

Así pues, ese tipo de hernia (la potra) con el tiempo se comenzó a considerar como algo bueno, y de ahí que al que la padecía se le acabara considerando como alguien suertudo, dando lugar con los años a expresiones del tipo ‘menuda potra tiene’, ‘vaya potra he tenido’, ‘a ver si tenemos potra’…

Nos encontramos en la hora de la verdad en los mercados. Veremos si la potra que avisó del cambio meteorológico entre diciembre y enero sigue funcionando o no. Ayer cerró el S&P 500, justo en su media de doscientas sesiones, punto clave de discernimiento si estamos tan solo ante un rebote como pensábamos nosotros, o realmente estamos en una repetición de la tendencia alcista que hemos visto estos años en Estados Unidos. Haga lo que haga a partir de ahora, la violencia del movimiento sí que nos ha causado cierta sorpresa, y aunque tocar dicha media era normal, no pensábamos que lo fuera a hacer en tan poco espacio de tiempo. Como los vasos medio llenos de agua, se pueden ver desde muchas perspectivas. Alguno puede decir que ni siquiera hemos recuperado todavía el nivel donde estábamos el 1 de diciembre (2810), y otros, que han vuelto a dejar sueltos a los morlacos por la calle Estafeta arriba. Desde luego, es todo un tratado de psicología de cómo se comportan los inversores en el mundo Matrix financiero. Lo que no querían al 2400, matan por comprarlo a 2750 apenas unas semanas después. Se comportan como adolescente hormonados. Tras una desilusión amorosa, volvemos a convertirnos en pagamirindas de la primera chiquilla que nos ha deleitado con una caída de ojos, cuando habíamos jurado, cual Scarlata O´Hara, que no nos volvería a pasar eso. Las circunstancias cambian, pero el ser humano no.

La razón fundamental, en mi opinión, no la tenemos en un cambio fundamental en el deterioro de los principales indicadores económicos, sino en el cambio de dirección de la Reserva Federal americana. De este cambio, podemos sacar varias lecturas. La primera es que puede seguir inalterable la famosa put del presidente (De Greenspan, Bernanke, Yellen y ahora Powell) y que parece activarse cuando el mercado bursátil americano llega a una caída del 20% respecto a sus máximos anteriores. La segunda es que los famosos puntos que dibuja cada miembro de la FED de dónde piensan que estarán los tipos de interés en el futuro, tienen la misma utilidad que el papel de estraza para envolver el pescado. Su aparente conocimiento de lo que va a pasar en el futuro económico tiene el mismo valor que las cartas de la bruja Lola. Están jugando con una baraja de cartas y unas reglas que se quedaron anquilosadas hace tiempo, y parecen no saber en qué mundo nos encontramos y los cambios que ha habido, en términos demográficos, tecnológicos, de globalización y de peso de la deuda. La conclusión que podemos entresacar es que los tipos de interés de equilibrio se encuentran en niveles más bajos que los que estábamos acostumbrados. Lo preocupante para la economía (ya veremos para los mercados) es que después de 10 años de políticas monetarias expansivas, tan solo tres meses de disminución de balance de la FED puedan acabar con el crecimiento económico, convirtiendo a la deuda en la única palanca articuladora de dicho crecimiento. En Europa ya se está hablando de una nueva Litrona para los vencimientos del dinero que el BCE prestó a los bancos hace ya siete años.

La realidad es que podemos iniciar un ciclo, pongamos tan solo ralentizado para no caer en adjetivos grandilocuentes, con una posición de política monetaria y fiscal mucho más comprometida que la que nos encontramos en 2008. Tenemos los tipos de interés mucho más bajos que entonces, cuando no en negativo, como en Europa; los balances de los bancos centrales en porcentaje de PIB en máximos históricos; y unas deudas públicas también en máximos históricos. Mucho analista se pregunta estos días por el poder de las herramientas que pueden desempolvar los Bancos Centrales para hacer frente a una posible situación nubosa. Los menos, nos preocupamos por la vuelta a la utilización de unas políticas de dudosa eficacia, más allá de crear una inflación de activos con cuestionables efectos en la economía real y situaciones de desigualdad económica ciertamente preocupantes. Algunos hablan de que, esta vez sí, la Reserva Federal puede adentrarse en los tipos de interés negativos (un impuesto al ahorrador para que los políticos puedan enseñarnos sus salas de trofeos), si habrá helicopter money (esta vez sin pasar por los balances bancarios, dándoselo directamente a los gobiernos) como defienden muchos miembros del partido demócrata americano y a qué niveles puede llegar el déficit público (Albert Edwards vaticina un 15%). En definitiva, tendremos a Marty Feldman encerrado otra vez en el laboratorio de Fronkonsteen experimentando una nueva teoría monetaria moderna. Recordemos que la anterior la vendieron como provisional, reversible y no monetizadora de la deuda. Lo que no soy capaz es de apostar en contra de que la comunidad inversora no volverá a comprar lo que les digan. La principal diferencia respecto a la crisis anterior, como ya hemos contado otras veces, es que todo el riesgo no está tanto en los balances bancarios como en fondos de pensiones y fondos de inversión. En definitiva, en sus carteras, queridos lectores, y no es lo mismo salvar a bancos que a “ricos”.

Siguiendo con los mercados. El parón de la subida de los tipos de interés hace que vuelvan a “salir” las valoraciones de muchas compañías. Un caso curioso, cuando menos, (algunos se refieren a ello como un insulto a la inteligencia) que cuando un bono a treinta años alemán al 0.74% muchos analistas sigan incluyendo una prima a las cotizaciones como si esas rentabilidades fueran la expresión de un futuro esplendoroso. El dos años alemán está al -0.56% y el cinco años al -0.35%. ¿Dónde se refleja el crecimiento de la economía? Es relevante la diferencia entre cómo ven el mundo los inversores de renta fija y los de renta variable. Pero incluso los de renta fija parecen despreciar el efecto sobre las cuentas públicas de la ralentización económica y sus derivadas de mayores necesidades de financiación en esos escenarios de tipos de interés negativos, y no suben las primas de riesgo (me sigue sorprendiendo un bono a 10 años francés a tan solo 0.55% de rentabilidad, o el español al 1.22%), pero supongo que los bancos comerciales dan como bueno ese margen financiero ante la alternativa de dar más crédito a empresas en esta parte del ciclo y a niveles tan bajos. Un sector financiero que, por otra parte, seguirá penando sin remedio, como estamos comprobando.

Si examinamos las tripas de los mercados de bolsa, volvemos a ver en el microscopio los mismos virus que ya conocíamos. La bolsa americana vuelve a comportarse mucho mejor que la bolsa europea, liderada una vez más por la tecnología. La bolsa europea sigue lastrada por el sector bancario, el de telecomunicaciones y por las empresas cíclicas, mientras vuelve a sacar cabeza la industria del lujo. Los inversores parecen seguir insistiendo en las mismas pautas que en años anteriores.

Como se suele decir, el mejor profeta del futuro es el pasado.

Buena semana,

Julio López Díaz, 13 de febrero de 2019

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