Área personal

Paripé

Julio López 20 Feb 2019

Se entiende que alguien está haciendo el paripé cuando está fingiendo hipócrita y falsamente en una situación (por ejemplo, simular que te duele la cabeza, o aparentar una posición social o económica que no se tiene). El término ‘paripé’ llegó al castellano desde el vocablo ‘paruipén’ del idioma caló (lengua utilizada por el pueblo gitano) y cuyo significado literal es ‘cambio o trueque’. Como es sabido, algunas personas de etnia gitana a lo largo de la Historia se han dedicado al negocio de la venta ambulante o al trapicheo de mercancías, dándose la situación en la que alguna vez (en el momento de hacer negocio con alguien) ofrecían hacer un trueque de un producto, saliendo claramente beneficiado el caló gracias a la verborrea y/o puesta en escena en el momento de hacer la transacción. De ahí que surgiera la expresión ‘hacer el paripé’ como clara referencia a la representación y simulación que se hace, y en numerosas ocasiones con intención de ‘presumir o darse tono’, tal y como recoge la acepción de la expresión en el Diccionario de la RAE.

Estamos a 20 de febrero. Hoy debe ser el quincuagésimo primer día en el año de profundos avances en las negociaciones comerciales entre chinos y norteamericanos. Hoy no ha habido ninguna declaración, lo cual es interpretado por el mercado como una buenísima noticia. Yo me he cruzado con un chino de una frutería de Chamberí en un paso de cebra y me ha sonreído, lo cual reafirma sin duda la buena marcha de las conversaciones. El pelo de Trump está más amarillo pollito que nunca, un signo más del intento de acercamiento de los dos gigantes económicos. Sin duda, el mercado seguirá subiendo hasta que se firmen los dichosos acuerdos. De hecho, los siempre alcistas están en esa tesitura en la que, en lugar de desear que lleguen a la firma, lo que realmente desean es que se tiren con el tira y afloja unos cuantos años más. Eso sí, siempre con alguien que cierre la puerta y diga que siguen con los “avances” … Es mucho mejor un buen avance que una firma definitiva.

Es curioso como el mercado se agarra a un único tema y todo lo demás lo deja en un segundo plano, pero es así como funciona y no debemos darle más vueltas. Ahora, sólo se fija en el tema aranceles sí, aranceles no. El mercado ha cambiado de humor, y de momento no aparecen señales que puedan darle la vuelta a esto. Más allá del choque con la media de 200 sesiones en Estados Unidos (se está atravesando hacia arriba) no hay ninguna señal técnica que esté dando señales de venta actualmente, con lo cual puede seguir desplegando la actual pauta alcista, por mucho que nos choque. Las vísceras nos piden dar al mercado hasta el cielo de la boca, pero nuestros sistemas nos refrenan. El sistema 1, impetuoso, que decía Kahneman estaría vendiendo desenfrenadamente, pero el sistema 2, más cerebral, nos lo impide mientras que no tengamos señales técnicas. Si tuviéramos un fondo a medio plazo empezaríamos a vender, sin duda.  El movimiento está siendo realmente muy curioso. Si examinamos los flujos de entrada de dinero en fondos de renta variable vemos como en 11 de las últimas 12 semanas ha habido reembolsos, y vemos que el dinero institucional no ha participado del movimiento al alza. ¿Entonces quién? Todavía no tenemos ninguna estadística publicada a la que agarrarnos, pero mi intuición me dice que han sido cierre de cortos y un nuevo atracón de recompra de acciones en el momento que se terminó el periodo de no intervención en el mercado, coincidente con la publicación de resultados. Esta no participación, puede hacer que el movimiento alcista se acentúe, por toda la gente que ha estado esperando a que cayera a los niveles de diciembre del año pasado y tire la toalla y se suba al carro. Las valoraciones, las estimaciones de resultados de las compañías y la macroeconomía están en contra, pero ya saben que eso no es lo que suele marcar los movimientos del mercado.

Yo lo tengo grabado a fuego en el hombro, junto al tatuaje de “Amor de Madre” y el de “I love Charlize”. Lo que marca la dirección de los mercados es la cantidad de dinero que ponen en juego las autoridades monetarias. Son ellas las que están marcando el paso en los mercados (menos poder tienen sobre la economía real) y desde comienzos de año están volviendo a poner toda la carne en el asador. Primero fue la Reserva Federal con su parón en la subida de tipos (esa subida fue lo que provocó la caída de bolsa anterior), a la que añadió posteriormente sus dudas sobre seguir disminuyendo el tamaño de su balance. Le ha seguido China, volviendo a disparar las cifras de crédito en enero hasta los 685.000 millones de dólares y olvidándose de intentar evitar sobrecalentar alguna burbuja que otra. No debemos olvidar que China es responsable del 60% de todo el nuevo crédito en el mundo en los últimos diez años, con un crecimiento del 323% en esa década. Y finalmente, el BCE ha vuelto a abrir la posibilidad de dar nuevos préstamos a los bancos a la vuelta de la esquina. Los Bancos Centrales se han convertido en rehenes de las burbujas de mercado. Esto ha provocado nuevas bajadas en las rentabilidades de los bonos, que esta vez se sincronizan con subidas de bolsas. El 30 años alemán al 0.73% indica claramente hacia qué crecimiento económico nos encaminamos. La semana pasada se cumplieron 20 años desde que el Banco de Japón bajó los tipos de interés a 0. Es un buen ejemplo de hacia dónde vamos, una japonización de Europa y hacia la existencia de un sector bancario zombi. Un sector bancario atrapado en una curva plana de tipos de interés y con muchos tramos en negativo. Esto puede llevar a tomar decisiones de inversión con más riesgo. Si vemos los resultados de la última semana, podemos ver como los resultados de Natexis, el cuarto banco francés, tiene una pérdida de 300 millones de euros en derivados coreanos. Sin palabras. Los únicos beneficiados de estos movimientos son los gobiernos, que pueden financiarse con tipos a largo que están por debajo del crecimiento nominal del PIB.

A pesar de lo que pueda indicar la fortaleza de los mercados, los datos económicos siguen siendo bastante malos. La semana pasada tuvimos un dato de ventas minoristas americanas horroroso, con el peor dato en nueve años, y su producción industrial cayendo un 0.6%. Las ventas en restaurantes cayendo cuatro de los últimos cinco meses a niveles no vistos en 25 años, y con el índice Citi de sorpresa de datos económicos reflejando el viernes la mayor caída diaria en trece años. En Europa, en apenas un mes, hemos pasado de un superávit comercial de 23.000 millones de euros mensuales, a 16.000 millones. No me extraña que esté tiritando Alemania. Europa depende sobre todo del crecimiento del resto del mundo. Sin embargo, con una deuda sobre PIB que vuelve a estar por debajo del 60%, es de los pocos países que se pueden permitir una expansión fiscal para fortalecer su demanda interna, o permitirse un mayor gasto público, pero como el escorpión que picó a la rana que atravesaba el rio, está en su naturaleza el no gastar. El último dato de PIB que salió a 0, debió de estar lo suficientemente cocinado como para que no habláramos técnicamente de recesión. Recesión de la que no se escapa Italia. Esperemos que Trump, cuando acabe con China, no gire la cabeza hacia el Este para empezar la siguiente vuelta de tiovivo.

Queda mucho para las elecciones presidenciales americanas, 21 meses, pero va a ser una campaña distinta a las últimas. Tras unas décadas con pocas diferencias económicas resaltables entre demócratas y republicanos, la próxima campaña va a ser incendiaria con los republicanos más a la derecha que nunca, y con los posibles candidatos demócratas más a la izquierda que nunca. No sé cuándo empezarán a tenerlo en cuenta los mercados, pero los mensajes de impuestos a la riqueza cercanos al 70% que están en la boca de muchos políticos dan mucho que pensar. Todo ese dinero se encuentra en los mercados financieros. Puede ser una batalla entre el capital y el ahorro. Lo que es difícil de aguantar es la situación actual, de bajada de impuestos y déficit crecientes. La fórmula que nos enseñaron en la universidad era déficit público igual a más impuestos futuros. Podemos volver a políticas económicas que no veíamos desde los años 60 en Estados Unidos, con Johnson. En esos años, el impuesto de sociedades en Estados Unidos estaba por encima del 50%. Con la rebaja fiscal de Trump, los impuestos pagados por las empresas han supuesto el 16% del PIB, frente a una media histórica del 19%. En el año 2007, antes de la crisis, para un beneficio de las empresas de 1.5 trillones de dólares, éstas pagaron 395.000 millones de dólares en impuestos (26.3% del PIB). Con un déficit de alrededor del 5%, con la tendencia demográfica que esperamos que hará dispararse las necesidades de gasto futuro y en un momento de pleno empleo, los números son imposibles de mantener.

Como diría Oscar Wilde, “A veces pienso que Dios sobrevaloró su talento al crear al hombre”

Buena semana,

Julio López Díaz, 20 de febrero de 2019

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