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Hollywood Boulevard

Hollywood Boulevard

Julio López Díaz 5 Ene 2020

Hoy en día es típico que las estrellas cinematográficas estampen sus huellas en la acera de la famosa Hollywood Boulevard. Esta costumbre se inició en 1927 de una manera casual, ya que fue debido a un accidente de la actriz de cine mudo Norma Talmadge, quien, tras tropezarse, cayó sobre el cemento fresco que había frente al recién construido Teatro Chino Grauman (Grauman’s Chinese Theatre), de la ciudad de Los Ángeles. El avispado Sid Grauman, uno de los propietarios del local, vio la rentabilidad a ese tropiezo y lo convirtió en todo un símbolo de la ciudad. Para inaugurar la colección de huellas de manos estampadas, el señor Grauman contó con la actriz y el actor de moda en aquel momento: Mary Pickford y Douglas Fairbanks quienes dejaron estampadas sus huellas el 30 de abril de 1927. Tres semanas después, el 18 de mayo, lo haría, esta vez ya oficialmente y con presencia de la prensa, Norma Talmadge.

Como ven, los grandes negocios pueden empezar de la forma más inesperada.

Me manda Carlos Cuesta un mail muy curioso. Existe el US ETF climático y vegano, que busca conseguir el performance del Beyond Investing US Vegan Climate Index. El índice está diseñado para buscar dónde pueden colocar sus inversiones todos los amantes de los animales, los veganos y los preocupados por el medio ambiente, evitando invertir en compañías cuyas actividades contribuyan directamente al sufrimiento animal y a la destrucción del medio ambiente. Hasta ahí, pues bueno. Pero vemos los valores de la cartera… Apple, Microsoft, Facebook, Visa, Master Card, Google, Nvidia, Paypal, Bank of América, Cisco, Adobe, Accenture…

Una vez más, el capitalismo vuelve a reinventarse y sacar provecho de las legítimas preocupaciones de la gente…

Esto escribía en un cuadernillo, el jueves de la semana pasada: acaban de salir los resultados de Tesla y el mercado se ha lanzado a seguir marcando nuevos récords. El valor se encuentra en los 640 dólares, después de marcar un mínimo de 178 dólares, en junio del año pasado. Las cordadas que veíamos el año pasado en el Everest son peccata minuta comparado con la gente enganchada a su cotización. Si vemos las cifras, el beneficio publicado se debe enteramente a lo que ellos denominan “créditos regulatorios”, que realmente son créditos de no polución. Son beneficios fiscales que Tesla obtiene de los gobiernos y que vende a otras compañías. Estos créditos han subido un 40% en el último trimestre hasta alcanzar los 133 millones de dólares, respecto a los 105 millones que ha publicado como beneficio. El total de ingresos por este concepto en 2019 ha sido de 594 millones de dólares.

Y esto es lo que pasa cuatro días de negociación más tarde: El valor acaba de hacer 940 dólares, un 46% por encima de la cotización con la que alucinábamos entonces, y que valora la empresa en 170.000 millones de dólares. En vez de en El Halcón Milenario, el próximo capítulo de La Guerra de las Galaxias lo harán en un Tesla. Las acciones están flotando en el hiper espacio, fuera de toda racionalidad. El episodio recuerda mucho a lo que pasó con la cotización de Volkswagen hace ya doce años, cuando la disputa por su control entre los miembros de la familia propietaria y las posiciones cortas en derivados de muchos participantes en el mercado llevaron la cotización desde los 120 euros a los 1.000 euros, con varios suicidios por el camino. Algo parecido puede estar pasando ahora, con multitud de cortos en el valor, que están siendo masacrados, descuartizados y llevados a la vía pública sentados de espaldas en un burro.

Por poner unas cifras y que luego cada cual vea:

Volkswagen vale en bolsa 84.500 millones de euros, vendiendo 10,34 millones de vehículos. Tesla, durante 2019, ha entregado 367.500 vehículos a nivel mundial. Renault y Toyota vendieron más de 9 millones de vehículos. En el caso del fabricante francés, su capitalización es de 10.000 millones de euros. Como ven, Tesla tiene más un tratamiento de empresa de alta tecnología, que el de una empresa que hace coches en una industria que no crece. De hecho, los ingresos de Tesla crecieron un 2.2% en 2019, comparado con el año anterior y sus resultados anuales, todavía presentan una pérdida de 862 millones de dólares. ¿Cuánto vale ser el más listo de la clase en un mercado que es perfectamente replicable? ¿El problema de Tesla hasta ahora era solo de producción y la demanda puede ser infinita? Cuando sacó Apple el Iphone, ya vendían teléfonos Nokia, Ericsson y posteriormente Blackberry. No hay que explicar dónde está cada empresa ahora. El movimiento me parece totalmente fuera de madre, pero ponerse corto es una temeridad, y basar las decisiones en las fotos fijas que vemos de los balances presentes suele ser una segura fuente de malas decisiones. Conclusión, no tocar el valor.

Hasta el momento 04/02/2020, los titulares que vemos de los bancos de inversión y en Bloomberg son que han publicado el 45% de las compañías, de las cuales el 69% han batido las expectativas de mercado. Suena bien. Si hacemos el agregado de esos beneficios, vemos que están un 2.92% por debajo del año anterior, pero gracias a la ingeniería financiera y las recompras de acciones, sitúan el beneficio por acción acumulado un 2.86% por encima.

Más para la burbuja. Leo el viernes 24 un tweet en Blomberg de un tal Jim Bianco, de Bianco Research, proveedor de análisis americano con veinte años de vida laboral:

“Netflix está subiendo de forma espectacular basándose en la idea de que cientos de millones de chinos se tendrán que quedar en sus casas a consecuencia del coronavirus y que deberán abrirse nuevas cuentas y bajarse películas en streaming para los próximos días”. Estupendo argumento con un solo pero… no hay Netflix en China (todavía).

Si vemos la tabla de las empresas que mejor lo hacen desde comienzos del año, todas son “supersaludables”, “superfriendly” del medio ambiente y “superguays”, con unas memorias de responsabilidad social que dejan a la Espasa Calpe como libros de bolsillo. Hay una verdadera burbuja emocional con todos estos temas, en la que se mezclan el buenrollismo, la avaricia y la especulación.

Y mientras tanto, Trump alcanza el mayor nivel de aprobación entre los votantes americanos desde que llegó a la Casa Blanca. Tiene pinta de que van a ser las elecciones americanas más descafeinadas de las últimas décadas.

El grado de optimismo del mercado (el norteamericano, el resto es otra cosa) es inmenso, soportado básicamente en que después de un año malo para los beneficios empresariales como fue 2019, este año tendrá que ser mejor, y por otra parte en que si las cosas se tuercen, el mercado se inundará de dinero. Ya hemos visto como ha reaccionado el banco central chino con la crisis del coronavirus, regando los mercados con 150.000 millones de dólares. Con esas premisas, el mercado seguirá pensando que cualquier recorte será una nueva oportunidad de compra (por el momento).

El comportamiento del mercado me recuerda aquella greguería de Ramón Gómez de la Serna, “Tenía tan mala memoria, que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo”.

Buena semana,

Julio López Díaz, 5 de Enero de 2020

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