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Hinchas

Julio López Díaz 22 Ene 2020

El primer hincha de la historia, Prudencio Reyes Viola, utillero del Nacional de Montevideo. Una de sus funciones, además de mantener impolutas las prendas deportivas, era hinchar los balones. Por aquel entonces, los partidos eran vistos de forma menos pasional y se limitaban a aplausos. El bueno de Reyes cambió esto, desgañitándose todo el partido con su portentoso vozarrón, insuflando ánimos permanentes en los jugadores. El poeta Ricardo Forastiero le dedicó un poema “El hincha de Nacional” que inició la leyenda.

El mundo está ahora lleno de hinchas de la FED. Los mercados bursátiles (principalmente el americano) continúan su machacona marcha alcista sin que las empresas valgan más (si miramos sus beneficios), sino que simplemente están cada vez más caras, aunque sus beneficios no crezcan. Para este año, el crecimiento esperado en los beneficios está de media en el 5% (el S&P 500 es casi lo que ha subido en estos veinte días de enero). Las cifras de crecimiento en Estados Unidos no parecen malas, pero se siguen sustentando en un crecimiento de la deuda bastante superior. Ese crecimiento de la deuda, curiosamente, viene acompañado con una bajada de los tipos de interés que tienen que pagar por ella (un 0.70% menos a 10 años que al principio de 2018). Todo debido a un movimiento brutal del diapasón, de subida de tipos y disminución de balance, a una bajada de tipos y aumento de balance, camuflado en las operaciones a repo diarias. Un proceso curioso, en el que el Banco Central sigue comprando activos, aunque estemos en el decimoprimer año de expansión, con pleno empleo y tipos de interés por los suelos. Qué hará si realmente entramos en recesión no está en ningún “plan de evacuación” del mercado.

Pero el mercado empieza a tener muchas semejanzas con el del año 1999. Un dato curioso, en la encuesta que ha hecho Tressis sobre Banca Privada, hay menos de un 20% de banqueros que ya trabajaran en ese año en el mundo financiero, frente a más de un 50% que lleva menos de 10 años gestionando, y que por lo tanto sólo ha visto un mercado perma-alcista. Para ponernos en situación: desde octubre de 1998 a marzo de 2000, el Nasdaq subió un 276%, a pesar de que venía subiendo ininterrumpidamente desde el año 1991. Ahora no tenemos todas las compañías dot-com de la época, pero tenemos dot-cannabis y dot-hamburguesas vegetarianas, y otros productitos curiosos. El bioclima es parecido. Tipos de interés a cero, liquidez abundante y una percepción de ausencia total de riesgo; todos los elementos necesarios para inflar un nuevo globo. Las acciones de crecimiento están en múltiplos extraordinariamente caros, mientras que las llamadas acciones de valor lo han hecho peor durante los últimos 10 años. De hecho, la última vez que tuvieron una diferencia de valoración tan extrema fue en ese año 1999. Un amigo mío, enamorado del arte, me explicó una vez que pasaba lo mismo en el mercado del arte. Cuando hay un boom de arte, lo que sube son los cuadros abstractos, y nadie quiere los figurativos. Cuando hay crisis, pasa lo contrario; el mundo empieza a pensar que esa mezcla de pintura con caca de perro y orina de buey que le han dicho que era una cosa única, pasa a ser… caca de perro y orina de buey. Helena Rubinstein se dio cuenta de que, en los períodos de crisis económica, se venden muchos más pintalabios que en las épocas de bonanza. “Cuando una mujer no puede comprarse objetos como un vestido o un anillo, opta por comprarse una barra de labios”. También Taylor estudió en los años veinte del siglo pasado la relación entre la evolución de la Bolsa y la longitud de las faldas, y concluyó que en las crisis bursátiles las faldas tienden a alargarse para ahorrar en medias.

Los bajos tipos de interés hacen más atractivos los pájaros volando que los que tenemos en la jaula. Al fin y al cabo, los tipos de interés negativos hacen 100 euros en el futuro más valiosos que 100 euros ahora.

Los inversores pasivos a través de índices se benefician de las compañías caras, por su peso en los índices. Queda por ver si esos vehículos deportivos, veloces y atractivos se comportarán mejor que los utilitarios si las carreteras se llenan de baches y piedras. El problema que nos encontramos es que las últimas fases alcistas de los mercados son totalmente exponenciales y el conductor de la guagua va hasta arriba de anfetaminas y no se fija mucho si acaba o no la carretera.

A este proceso monetario auspiciado por la plebeya FED (anticipada ya su postura por el gran Salvador Dalí en el gran masturbador, y sí, el que está de pie es Donald Trump) se añade una política fiscal expansiva, con nuevas reducciones de impuestos a la vista, a la vez que no deja de aumentar el gasto, disparando el déficit y la deuda. Ese déficit lo cubre las compras de la FED, lo cual nos lleva a hacernos una pregunta que no mucha gente se hace, y menos en nuestra piel de toro, pero que parece meridiana y punto final de todas estas políticas. ¿Por qué pagar impuestos? ¿Para qué esa figura económica arcaica si hemos encontrado la piedra filosofal? El gobierno gasta, le pide dinero a la FED y ya está. ¿Para qué cargar a los votantes con el lio y el fastidio que supone pagar, si nos puede costar la reelección?

Con lo bien que están las cosas y llegan siempre los “cansinos” de Intermon-Oxfam con sus informitos que hacen dudar de estas políticas. Me voy a quedar con los titulares:

Las tres personas más ricas de Estados Unidos controlan más riqueza que el 50% más pobre.

En el mundo, 2153 personas controlan más dinero que los 4.600 millones de personas más pobres.

Un pensionista como Bill Gates aumentó su riqueza el año pasado en 22.700 millones de dólares.

Ya fuera de Intermón. El gobierno federal americano recaudó en 2019 alrededor de 140.000 millones de dólares por impuesto de sociedades. Lo mismo que en 1994, y muy lejos de los 380.000 millones de 2007 o los 360.000 millones de 2012.

Y mientras, el FMI vuelve a recortar esta semana sus previsiones de crecimiento económico (es cierto que solo una décima, del 3.4 al 3.3 para 2020, y dos décimas para 2021, del 3.6 al 3.4) principalmente por el parón esperado en algunas economías de mercados emergentes como la India, donde han recortado al 5.8% respecto al 7% anterior. Este hecho hará que, curiosamente, vuelva a ser China la que encabece la lista mundial de crecimiento. Europa lo hará en un 1.3%. Total, que China ha presentado una aceptable fortaleza, aunque con un gran pero: a pesar de que sigue teniendo una posición aparentemente holgada de dólares como reservas, su alto crecimiento de deuda en dólares hace que sus ratios de cobertura no lo sean tanto. Pero como la deuda no importa…

Una cosa que no terminamos de ver las familias españolas, que seguimos disminuyendo los niveles de deuda, marcando un nuevo mínimo desde el año 2003. A pesar de ello, la deuda total de la economía española está en el 288% del PIB.

Decía Woody Allen que la única manera de ser feliz es que te guste sufrir. Ahora mismo todos los bajistas del mundo son las personas más felices de la Tierra.

Buena semana,

Julio López Díaz, 22 de Enero de 2020

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