Área personal

Picasso

Julio López 18 Jun 2020

Un buen día, una señora preguntó a Picasso: - ¿Cómo puede pintar así? - Pinto lo que veo, señora, respondió Picasso. - Lástima que no vea lo que pinta, comentó la señora sin inmutarse. 

Ya teniendo cierta visión después de unos meses de aislamiento, podemos percatarnos de cómo funciona realmente el mundo, y en qué podemos apoyarnos para tomar decisiones, tanto en la vida real como en el mundo de la inversión. Miremos, por ejemplo, a Europa. Han sucedido cosas que difícilmente nos hubiéramos planteado hace unos meses. Todos los valores en que se basaba la Unión Europea han saltado por los aires sin que apenas nos demos cuenta. Se ha suspendido el funcionamiento del mercado interior dentro de la Unión Europea de forma totalmente discrecional, se ha suspendido la libre circulación de personas y de bienes, las anteriormente penadas y aborrecidas ayudas estatales a las empresas han sido el pan nuestro de cada día, y se ha suspendido el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Entiendo que los sucesos vividos han sido únicos, pero lo que también parece es que los pilares sobre los que nos basábamos no eran extraordinariamente sólidos. Parece que toda la gestión pésima de la pandemia se quisiera poner debajo de una pila de ayudas y dinero creado del cielo. Nos hemos saltado el principio de libre competencia, al ayudar el gobierno alemán a Lufthansa con una toma del 20% del capital, aportando nueve mil millones de euros. Recuerda mucho a los primeros años del siglo XXI, cuando Alemania se saltó las reglas del déficit y entonces no pasaba nada. Como en el casino, la casa siempre gana, y en Europa no hace falta decir quién es la casa. No son muy de mi devoción, pero puedo entender el cabreo de Ryanair y otras aerolíneas que no sean de bandera, y las condiciones con las que pueden competir con las aerolíneas reflotadas (aunque quizá peque de pardillo y seguramente por debajo de la mesa también esté fluyendo el dinero, para que nadie se queje). Pero hay un número que puede servir de aviso: más del 50% de las ayudas estatales autorizadas por la Comisión Europea lo han sido para Alemania. Hemos visto como se han producido controles y acaparamientos de productos sanitarios a nivel país y se ha impedido que otros países vecinos pudieran tener acceso a los mismos. Más allá de países o partidos políticos, hemos visto un gran fallo en la burocracia estatal y los supuestos expertos que decidían. Y ahora, con todos estas “desviaciones”, se intenta hacer un pacto de silencio a cambio de una morterada de dinero sin muchas explicaciones. Se ha logrado la legitimación de la renta básica universal y los déficits de los gobiernos y no sólo eso, sino que la principal alegación ha sido que el tamaño de los gobiernos es “escaso” para poder hacer frente a la situación. Se ha definido claramente una orientación de la vida profesional hacia Internet, y por tanto, hacer a las grandes tecnológicas más poderosas que nunca. Incluso en el proceso hacia una economía más verde, se ha decidido subvencionar las compras de coches de gasolina y diésel.

Pero al otro lado del Atlántico también tenemos cosas curiosas. La FED, aparte de su misión monetaria, también ha decidido motu proprio arrogarse los mandatos que tiene el Congreso americano, y decidir también que tiene la potestad de hacer política fiscal, saltándose la propia ley americana y la propia acta fundacional de la Reserva Federal, sin que nadie alce la voz lo más mínimo. No hace falta recordar que los accionistas de la Reserva Federal (una entidad privada) son los propios bancos de Wall Street. Como curiosidad, esta semana ha salido publicada la cartera de activos de su presidente, Jay Powell, y no deja de ser curioso el salto en plusvalías que ha tenido en su propia cartera debido a las decisiones que él mismo ha tomado. Igual que el soporte del gobierno ha resultado esencial para no profundizar la crisis en los colectivos más favorecidos, las actuaciones monetarias siguen causando efecto solo en el porcentaje de la población más acaudalado. Después de años de sobreendeudamiento de muchas empresas para financiar sus recompras de acciones y sus repartos de dividendos, ahora viene el Banco Central a hacer tabla rasa y no discernir entre aquellos que han sido cautos en el manejo de las finanzas y aquellos que han sido excesivamente “generosos” con sus propios directivos y accionistas. Ya saben, libre mercado solo si gano dinero y socialización si vienen mal dadas, a fin de cuentas “nadie podía esperar esto”. El apalancamiento que hace la FED de los fondos de ayuda estatal para comprar bonos corporativos sin colateral (sin un activo concreto que garantice el recobro) viola incluso “potencialmente” el artículo 1, sección 8 de la constitución americana. Básicamente, la FED tiene la autoridad para comprar bonos del tesoro y otros activos que estén garantizados tanto el principal como los intereses por el gobierno de los Estados Unidos, y requiere un colateral, como hemos comentado anteriormente, cuando compra deuda de empresas u otra forma de préstamos, y ese colateral tiene que ser suficiente para proteger a los contribuyentes de posibles pérdidas. Si la FED (estoy usando una carta de John Hussman) no requiere suficientes garantías para prevenir posibles pérdidas, y éstas acontecieran, entonces pasaría a ser una ayuda fiscal y no monetaria, para la que como hemos comentado, no tiene atribuciones. Incluso algunos especímenes raros del Congreso americano le han preguntado a Powell para que identificara por qué la FED cree que tiene esa autoridad. Para intentar evitar estos cortafuegos, la FED se inventa unos vehículos especiales que son los que realmente compran esos bonos y ella se limita a financiar el vehículo. Curiosos tiempos en que los regidores financieros se convierten en promotores de la ingeniería financiera. Hace un mes empezaron con comprar fondos que compraran bonos. Esta semana, en cuanto ha caído un cinco por ciento la bolsa, se lanzan a comprar bonos individuales de empresa, y la próxima caída del 2 por ciento, comprarán directamente acciones y pasaremos a vivir los primeros tiempos de Lenin, con una nacionalización de empresas a través de las compras de acciones en los mercados. Me ha llamado la atención la petición del mayor fondo de pensiones del mundo (CALPERS) solicitando el recurrir al apalancamiento para poder cumplir sus obligaciones con los pensionistas (nada menos que del 7%). Los tipos bajos no fomentan más la actividad inversora productiva, pero son un caldo peligroso para las financieras.

Y lo peor de todo es el clima de sobre confianza que impregna el aire, de que la creación de dinero fácil es la solución para todos los problemas. Un dato: el gasto del gobierno federal americano hasta mayo ha llegado a los 7 trillones de dólares, lo que representa alrededor del 35% del PIB y los ingresos por impuestos estatales representan, tan solo, el 16% del PIB y cayendo… esta diferencia entre gastos e ingresos no la teníamos desde la II Guerra Mundial y con una diferencia importante, que la tasa de ahorro actual está en mínimos históricos, lo que hace imposible cuadrar todo con un decente crecimiento futuro.

Pero bueno, los mercados siguen a lo suyo como si la cosa no fuera con ellos. Tras un susto pequeño la semana pasada, han vuelto a la carga con nuevos paquetes de ayuda. La gestión de carteras se está convirtiendo en algo muy complicado. Por un lado tenemos argumentos sólidos para recomendar no tomar posiciones a estas alturas (se ha descontado sorprendentemente que asistiremos a una recuperación estratosférica, como si lo acontecido hubiera sido un mal sueño de verano, y las valoraciones están en máximos históricos) y por otra parte el alocado sentimiento especulador que se ha instalado en el mercado, con ausencia de miedos, y los bancos centrales con el pañuelo kamikaze en la cabeza y gritando Banzai, que pueden llevar los mercados a la estratosfera sin pestañear. Total, que hemos cerrado la posición que tomamos en bancos a mediados de mayo, y nos quedamos sin nada estructural y como única estrategia la del pez piloto, el pez que acompaña a los tiburones para alimentarse de sus parásitos y restos de comida. Mente limpia y como si fuéramos a ver una película de Lars Von Trier, en la que se puedan mezclar la casquería y los mundos idealizados y, a diferencia de Brad Pitt, que la ira no se apodere de nosotros para operar. Si comparamos el movimiento actual con el vivido en los tres grandes crash (1929, 2000 y 2008) vemos un comportamiento bastante similar. Tras una caída brusca, asistimos a una recuperación casi total del movimiento (mayo 1930, septiembre 2000 y mayo 2008) para luego tener la verdadera caída más larga en el tiempo. Tras un momento de volver a la realidad alcista y con los inversores cargando con las primeras bajadas, el daño fue mayor. No hay que descartar para nada, este escenario.

Como dice un amigo, hasta Napoleón tuvo su Watergate.

Buena semana,

Julio López Díaz, 18 de junio de 2020

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