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Física

Julio López 3 Nov 2021

Los físicos son notoriamente despectivos con los científicos de otros campos. Cuando al gran físico austriaco Wolfgang Paul le abandonó su mujer por un químico, no podía creérselo. “Si hubiera elegido un torero lo habría entendido -comentó asombrado a un amigo-. Pero un químico… Era un sentimiento que otro físico Rutherford habría entendido. “La ciencia es toda ella física o filatelia” dijo una vez. Hay por tanto cierta ironía simpática en que le dieran el premio Nobel de Química en 1908 y no el de Física.

Pues incluso los límites de la física están siendo sobrepasados en los mercados financieros. Decía Luis Arenzana en su lúcida carta de este fin de semana, que los datos fundamentales cada vez son más irrelevantes y que la gente en los mercados realmente no mira nada. No es una sensación nueva para nosotros. El grado de estulticia al que se está llegando es mastodóntico y la avaricia sigue dominando el campo de juego. El ejemplo más notorio lo tenemos en lo vivido en la cotización del fabricante de coches eléctricos Tesla. Hace diez días Hertz anunció que había realizado un pedido de 100.000 Teslas para su flota de coches de alquiler. A partir de ahí la capitalización se disparó en 300.000 millones de dólares. Si hacen unos simples números: 100.000 coches a una media de 46.000 dólares son 4.600 millones de dólares, y si suponemos mantienen los márgenes brutos del 22% que tienen actualmente, eso supone unos 1.000 millones de beneficio bruto. Eso supone pagar 300 veces esa cifra. Es una aberración descomunal, pero que ya se trata como algo normal. Buscar cualquier sentido económico a lo que está pasando en los mercados es un ejercicio de continua melancolía. Para una gran mayoría, Elon Musk hace tiempo que es capaz de caminar sobre las aguas y ante eso poco se puede hacer o decir.

A principio de año, ya comentamos la práctica de los pequeños inversores de sacar a los cortos de mercado de forma inmisericorde y dolorosa. El grado de perfección de la tortura no deja de refinarse. Donde se está moviendo toda la pasta no es a los mercados de contado de acciones, sino a los de derivados. A principio de año se concentraban en posiciones muy apalancadas, en opciones de compra (call). Como ya comentamos, los creadores de mercado de opciones donde obtienen su beneficio es en la diferencia de volatilidad entre las opciones que venden y las que realmente van a tener finalmente las acciones subyacentes, sin que la dirección de los precios sea muy significativa. Para ello, se cubren del riesgo de mercado comprando esas mismas acciones en función de la delta del strike de la opción (la probabilidad de ejercicio a vencimiento de la opción). Si pensamos, por ejemplo, en una función normal (campana de Gauss), una acción que vale ahora 50 euros y compramos la call 50, tendrá aproximadamente una delta del 50%, por lo que, si vendo esa opción, me cubro comprando la mitad de las acciones que vendo.  Si en vez de elegir el strike 50, elijo el 70, la probabilidad de que esté la acción a su vencimiento en ese precio es mucho más baja (pongamos que sea el 5%) por lo que solo tengo que comprar un 5% de la cantidad de opciones que vendo para cubrirme.  Lo que pasa es que el mercado, como diría Galileo, se mueve y esas relaciones van cambiando. Si sube la acción un 10% en una semana, la probabilidad de ejercicio de la opción a lo mejor ha subido otro 5%, por lo que para cubrir la posición tengo que comprar más acciones (independientemente del precio) por lo que el proceso se va retroalimentando y llevan a esas barbaridades cuando se extreman los movimientos. Si ven ahora mismo el mercado de opciones sobre Tesla (1.170 dólares precio actual) pueden ver que se está cruzando el strike 2.000 de la opción que vence este mismo viernes… la gente se deja unas perrillas a que Tesla pueda subir otro 80% de aquí a tres días…

Durante los últimos tres meses, ya dijimos que por primera vez desde la pandemia, se habían quedado muchas opciones de compra sin ejercerse, y los inversores perdían todo su dinero. Esto lejos de crear frustración, y alejarse de la especulación, ha hecho doblar la apuesta. En vez de gastarse dinero en comprar opciones a pelo, se han buscado la forma de no tener que pagar un duro. ¿Cómo? Pues financiando la compra de call con la venta de opciones de venta (se llama futuro sintético). A la vez que compro la call de Tesla 1200 por 55 dólares, vendo la 1130 por esa misma cantidad, por lo que no tengo que poner dinero. Lo que no tengo claro es si ese pequeño inversor cae en la cuenta del cambio tan brutal que asume en su perfil de riesgo. Antes se dejaba unos dólares en la compra de calls, pero no tenía ninguna otra obligación. Ahora se puede encontrar con que tiene una posición muy apalancada que se puede acrecentar rápidamente si el mercado se da la vuelta.

La noticia tiene también otras derivadas que quedan ocultas. La primera es por qué Tesla hace esta venta si iba tan “sobrada” de demanda y segundo qué hubiese pasado con la cotización de General Motors si hubiese hecho el mismo anuncio. Seguramente los sesudos analistas habrían interpretado ese movimiento como una apuesta desesperada por vender coches a márgenes ínfimos y hubieran penalizado a la cotización de la acción. En fin…

Cada vez somos más filosóficos porque tenemos acumuladas muchas preguntas, pero casi ninguna respuesta para la que está pasando en los mercados. El enésimo periodo correctivo que se inició a principios de octubre ha terminado por llevar a los mercados de acciones a nuevos máximos históricos. Un movimiento raro, porque lo está haciendo con muy poca liquidez y con subida de volatilidad (derivado de lo que estamos comentando en los mercados de opciones). Básicamente la gente se ha cansado de vender y ligeras órdenes de compra, en algunos valores concretos, arrastran a los índices hacia arriba. La situación se asemeja un poco al 2007, cuando después de la crisis veraniega provocada en los fondos de corto plazo y los primeros rumores sobre impagos inmobiliarios, los mercados fueron capaces de alcanzar nuevos máximos en diciembre.

La variable que debemos vigilar sigue siendo la liquidez. Más allá de que la macroeconomía dé malos o buenos datos, lo que seguirá marcando el paso de los mercados es la cantidad de dinero que los Bancos Centrales impriman o retiren de los mercados. Si yerran en su visión de inflación temporal, y para remediarlo tienen que retirar más pasta de lo esperado por los mercados, estos caerán, pero de momento la gente sigue buscando alternativas a sus ahorros y no se bajan del burro. Es una situación complicada porque todo se basa en la manipulación de los tipos de interés, y a partir de ahí se extiende como una mancha de aceite al resto de los activos financieros. Es curioso, porque invertir ahora mismo en la deuda a 10 años alemana supone que tus ahorros van a perder un 50% de su poder de compra en ese plazo por lo que cualquier otra cosa vale infinito…

A mí, en mis reflexiones sobre los mercados se me está quedando la misma cara que a los científicos con el calentamiento del planeta, que llevan anunciando el armaggedon, pero acertar con el timing es lo difícil. En el tema del cambio climático hay muchos intereses y muchas mentiras. La realidad es que con la traca que se ha estado dando los últimos treinta años, el mundo ha pasado de obtener el 87% de su energía primaria de fuentes fósiles en 1990 a un 83% en la actualidad. Es decir, se ha reducido solo un 4% la dependencia, pero es una estupenda campaña de marketing de los Gobiernos, que están muy “comprometidos”, así como todas las grandes compañías que lideran los rankings ESG. Lo demuestran los 400 jet privados que han aterrizado esta semana en Glasgow para la cumbre. Al final es muy fácil comprometerse para algo a veinte años.

Como dice el refranero español: Ni una mala palabra ni un buen gesto.

Buena semana,

Julio López Díaz, 03 de noviembre de 2021

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