Área personal

John Glenn

Julio López 13 Oct 2022

Después del fracaso de la invasión americana de la bahía de Cochinos en 1961, la CIA y el pentágono adoptaron una nueva estrategia para acabar con Fidel Castro. Si en febrero de 1962 el astronauta John Glenn no hubiera regresado sano y salvo del primer intento americano de poner a un hombre en órbita, Estados Unidos habría acusado a la radio cubana de haber provocado el desastre con sus interferencias. El plan del Pentágono, desclasificado en 1997, detallaba cómo se habían preconstituido las falsas pruebas del inexistente sabotaje. Es fácil especular con el impacto que habría tenido en la opinión pública un desastre espacial por culpa de Fidel Castro.

A Ben Bernanke, en vez de acusarle de nada de este berenjenal que tenemos montado, se le ha dado en cambio el Premio Nobel de Economía, una muestra más (como el Príncipe de Asturias a Fernando Alonso) de que un premio no se sabe si es una bendición o un castigo, y que la Musa Clio tarda bastante más tiempo que los seres humanos en dictar su sentencia.

El otro día vi un cuadro que mandaba Antonio Nava, entre su siempre utilísima información, en el que, con tres cifras, se resumía perfectamente lo que ha sido la última década en Estados Unidos, pero que podría aplicarse perfectamente a cualquier país:

Desde la quiebra de Lehman Brothers:

Crecimiento del PIB: + 25%

Crecimiento de la Deuda: + 300%

Crecimiento del Balance de la FED: +10.000%

Todos los problemas se intentaron solucionar con la patada adelante y con el regadío de liquidez, como si el agua fuera infinita y no costara. A raíz de lo que estamos viendo los últimos días, nos queda la pregunta de si ya hemos caído en la cuenta del problema que tenemos, o si por el contrario veremos las cifras anteriores todavía más disparadas. Hasta hace una semana, sin estar profundamente convencido, sí pensaba que veríamos un descenso de la cifra de inflación a nivel global. La bajada del petróleo, una expectativa de ralentización económica (en el mejor de los casos) y el efecto comparativo con precios ya altos del último trimestre de 2021 me hacían pensar en eso. Desde entonces, las soluciones que estoy viendo, sobre todo desde los Gobiernos, ponen en duda esta visión y pueden lograr anclar las expectativas de inflación en niveles más altos. También se le une la decisión de la OPEC de limitar los barriles que pone a diario en el mercado, en un momento en el que los inventarios estratégicos de crudo del Gobierno americano están a niveles que no llegan ya al mes. Si miramos datos históricos, la estadística es preocupante. Cada vez que la inflación se ha disparado por encima del 5% se tarda una media de diez años en volver al 2% en los países occidentales.

Los Gobiernos están intentando “devolver” la capacidad de compra de sus ciudadanos estableciendo techos de precios, o fomentando medidas de cierto fortalecimiento de la demanda vía rebajas impositivas, pero esto complica más la política de vuelta que estaban emprendiendo los Bancos Centrales, y seguramente les haga ser más estrictos de lo que el mercado supone, y llevar a niveles más altos las políticas de subidas de tipos por ese “enfrentamiento” con la política fiscal. El problema de los gobiernos es que creen que pueden dar soluciones simples a problemas complejos, y cada vez que toman una decisión piensan en términos causales inmediatos, sin ver las consecuencias que se generan a partir de ese punto. Por ejemplo, si aplicamos límites a precios de productos, a corto plazo puede funcionar, pero no tenemos ni idea de las repercusiones que pueda tener a medio y largo plazo en la oferta de ese producto. Puede hacer que los oferentes de esos productos pasen de hacer nuevas inversiones y generen mayores problemas a futuro (lo que hemos visto con la producción de combustibles fósiles) o se generen posiciones monopolísticas de los supervivientes después de expulsar a muchos pequeños jugadores.

La situación de la economía es curiosa. No he visto nunca un mayor consenso en el mercado sobre la inevitabilidad de la recesión que nos viene. Y cada vez contrasta más con algunos datos que vemos (el desempleo sigue a niveles bajos y el gasto de los consumidores americanos sigue boyante). Supongo que los 500.000 millones de dólares que está gastando mensualmente la Administración Biden también deben ayudar. O que la no información, o la política del avestruz del común de los mortales no ha tomado todavía forma y luego vendrá en forma de alud. Como curiosidad, y con gente que se supone con conocimiento. No voy a decir el banco, pero está en el norte de España y llevan corbatas rojas. Una persona de sucursal, cuando se comentaba los efectos de la subida de tipos en las hipotecas, mostraba su despreocupación porque una subida al 3% tan solo le iba a suponer a su hipoteca de 1.500 euros mensuales una subida de 45 euros. Sin profundizar en las “maravillosas bondades” que tienen el sistema de amortización francés en el cálculo de la cuota y el efecto de la sensibilidad de un préstamo a 40 años, y le explique que la subida de cuota se acercaría más a los 900 euros que a los 45 se quedó blanca (realmente con los colores del Atleti por eso de ser de un banco del norte de España del que no voy a dar el nombre).

Aparte de la macroeconomía, también vemos el efecto de cuestiones técnicas en la marcha de los mercados, como hemos podido ver con el tema de los fondos de pensiones ingleses. Son fondos que, para garantizar las rentabilidades firmadas por contrato con sus clientes, y al tener los tipos de interés durante mucho tiempo por debajo de esos niveles, incurrieron en apalancamientos brutales. De modo grueso, si te he dicho que te daré un 2% y solo puedo invertir al 1%, pido prestado la misma cantidad para invertir el doble al 1% y llegar a ese 2%. Y utilizo como garantía del derivado o del préstamo esos mismos bonos. Cuando suben los tipos de interés y bajan los precios de los bonos, se hace necesario poner más garantías y al no tener dinero nuevo quedan obligados a vender a cualquier precio esos bonos, generando esos arreones que teníamos ya casi olvidados desde hace 15 años y que con la baja liquidez del mercado (ahora los bancos no pueden hacer trading) llevó los bonos a 30 años ingleses por encima del 5,10%.

La solución del Bank of England ha sido volver a imprimir dinero, aunque de forma temporal o transitoria (el mismo adjetivo que cuando hablaban de la inflación hace un año) cuando tenía que estar retirándolo según sus planes, y a comprar bonos para estabilizar el sistema extraordinariamente frágil, precisamente por la impresión de dinero y las compras de bonos… Al drogadicto que teníamos en el hospital para quitarle los chutes que le habíamos dado, le hemos tenido que volver a inyectar más droga porque se nos iba… Qué difícil es dar la vuelta a la barbarie creada en una década.

Mientras, en el mercado… la gente sigue buscando donde va a hacer suelo el mercado. Muchos clientes siguen preguntando si ya hay que comprar, lo que suele ser siempre una señal de que todavía podemos estar alejados de ese momento. La estrategia más rentable de los últimos años ha sido comprar cada vez que bajaba porque luego venían nuevos altos. Sin embargo, es una estrategia que ha sido atroz este año, con rebotes que apenas duraban horas o días pero que han ido quemando capital. Para que haya rebote potente tiene que haber antes capitulación, y que la gente piense que va a llegar el fin del mundo y no ver niveles para comprar. Hay muchas acciones que presentan valoraciones sumamente atractivas ya, pero pueden estarlo aún más y el mark to market te puede matar por el camino. Falta ver flujos de venta poderosos para consolidar algún tipo de vuelta al alza, y estos todavía no se han dado.

Total, que lo más recomendable parece seguir siendo esperar a que escampe el temporal y meditar. Lo bueno de la meditación es que convierte en algo respetable no hacer absolutamente nada.

Buena semana,

Julio López Díaz, 13 de octubre de 2022

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