Área personal

Inteligencia Artificial

Julio López 7 Jun 2023

Un día se informó al Papa de que en Sicilia había nacido el Anticristo. El Papa preguntó:

- ¿Y qué edad tiene ahora?

- Tres años, santidad.

- Bien, pues este es un problema para mi sucesor.

La inteligencia artificial es, sin duda alguna, el tema más fascinante y comentado de lo que llevamos de año, y del que no podemos desocuparnos.  Yo creo que estamos ante una revolución sin parangón desde la Revolución Industrial, y no tengo la más mínima duda de que cambiará nuestra forma de vida. Dicho esto, me gustaría expresar lo que pienso que puede acontecer y las consecuencias que empezaremos a sentir de forma casi inmediata.

Cuando sucede un cambio de esta naturaleza de forma tan brutal, lo más difícil de acertar es el timing correcto. Si leemos el libro de Ray Kurzweil La singularidad está cerca, que puede ser el prototipo de libro de conjeturas sobre el futuro, podemos ver que la primera edición es de 2005, y las previsiones sobre nuevas tecnologías y su definitiva aceptación y difusión no han sido siempre acertadas, o bien porque no se han logrado todavía, o porque los plazos han diferido, generalmente con retraso. Esto siempre provoca el escepticismo de muchas capas de la población, que piensan que todo seguirá igual y no se verán afectados. En el caso de la inteligencia artificial, mi vaticinio es que su implantación no hay que extrapolarla de forma lineal, sino que será de forma exponencial cuando no hiper exponencial. La Ley de Moore va a representar una carrera de caracoles a su lado.

Desde el punto de vista económico y laboral va a suponer un cambio estratosférico. En primer lugar, vamos a asistir a un movimiento deflacionista que va a dejar en ridículo nuestras preocupaciones actuales sobre la inflación, y las ganancias de productividad se van a disparar. Esto tendrá dos consecuencias a nivel empresarial, la primera de ellas es que se requerirá mucho menos personal en las empresas, y que los beneficios empresariales en muchos sectores se dispararán. Como lidiaremos con eso y si nuevos trabajos sustituirán a los actuales es harina de otro costal. Solo dos cifras, ahora mismo la población que se dedica a labores agrícolas en Estados Unidos es apenas el 2% de la población, cuando era el 40% a principios del siglo XX; la otra es que el 60% de los empleos actuales no existían antes de la II Guerra Mundial. Es el clavo al que podemos agarrarnos para ver algo de esperanza para el mercado laboral. Cualquier avance tecnológico ha venido acompañado de mejoras de calidad de vida de la mayoría de los trabajadores, pero no de todos los trabajadores. La construcción de los puentes de Londres sobre el Támesis, favorecieron a la mayoría de las personas, pero los barqueros perdieron su modo de vida. ¿Quiénes serán los barqueros de los próximos años? Pues parece que se encuentran entre abogados, finanzas, personal administrativo e incluso profesores e ingenieros, mientras que los oficios manuales y los que tienen que ver con las relaciones humanas son los que pueden participar en menor medida en estos cambios.

En los mercados financieros se ha hecho una gran apuesta por todos los valores relacionados con Inteligencia Artificial, y sin embargo tengo muchas dudas de que sea una buena inversión a pesar de todo lo que he comentado anteriormente.

Nvidia está ahora mismo cotizando a 37 veces sus ingresos y 202 veces sus beneficios. Quizá sea bueno recordar lo que decía Scott McNealy, CEO de Sun Microsystems, poco después del colapso de las puntocom.

“Hace 2 años estábamos cotizando a 10 veces nuestros ingresos, con la acción a 64 dólares. A 10 veces ingresos, tengo que dar a los accionistas durante los próximos 10 años el 100% de mis ingresos vía dividendos.

Para asumir que le puedo dar eso a mis accionistas, tengo que asumir que no tengo ningún coste en los productos que vendo, lo que es muy complicado para una empresa de computadoras. Hay que asumir también que no tengo otros costes, cosa difícil de asumir cuando tienes 39.000 empleados. También que no pagas impuestos por tus dividendos, lo cual es ilegal. Y después de eso, asumir que con cero dólares gastados en investigación y desarrollo durante los próximos 10 años, yo pueda mantener la tasa de crecimiento actual.

Ahora, habiendo dicho todo esto, ¿alguno de ustedes compraría mi acción a 64 dólares? ¿Se dan cuenta qué ridículas son esas hipótesis?  No necesitaban transparencia, no necesitaban notas a pie de página. ¿En qué estaban pensando?”

Para plasmar otro ejemplo, podemos ver lo que pasó con Cisco, que pasó de cotizar en octubre de 1998 a 10 dólares, a cotizar a 81 dólares 16 meses después, y volver a la casilla de salida en apenas 6 meses. Es una empresa viva y coleando, pero que no fue una buena inversión (hoy, 23 años después, cotiza a 49 dólares y vale la friolera de 189.000 millones de dólares, pero las expectativas estuvieron pantagruélicamente hinchadas). Lo mismo se puede decir del mercado chino, que les mostraba en mi última carta, donde a pesar del crecimiento enorme del PIB, no han acompañado las revalorizaciones de las acciones. El precio al que se compra sigue siendo relevante para una inversión.

Además de la potencia del relato, debemos tener en cuenta más cosas a la hora de asignar nuestro dinero. Internet ha sido otra revolución, pero las expectativas económicas se magnificaron y dejaron por el camino a empresas como la ya comentada Sun Microsystems, Alcatel, Lucent, American Online o Yahoo, que eran caballos ganadores en esos momentos, por no citar a la patriótica Terra. La rapidez del cambio es tan veloz, que una empresa tecnológica pasa a ser de Atapuerca en unos meses. También hay que pensar que en una empresa no existen solo ingresos sino también costes, y los modelos generativos de Inteligencia Artificial requieren enormes capacidades de computación. En un reportaje de Stanford, por ir a un caso concreto, se estimaba que reemplazar Google su actual sistema de búsqueda por uno basado en modelos de lenguaje, le costaría a la empresa alrededor de 30.000 millones de dólares en costes computacionales por año y otros 100.000 millones en gasto de capital.  Si miramos las cifras esperadas de Nvidia nos encontramos con unos sorprendentes gastos de capital de apenas 1.300 millones de dólares por año en los próximos tres, que no parecen cuadrar mucho. El mercado piensa que va a subir ventas sin necesidad de invertir…

Más allá de las empresas tecnológicas a las que se ha tirado todo el mundo, y en las que yo no invertiría a estas valoraciones, tendríamos que ver sus consecuencias en el resto de las empresas cotizadas. La clave estará en ver cuando se verán reflejadas en sus cuentas estas mejoras de costes y de productividad, pero a estas alturas pueden beneficiarse más que las propias tecnológicas. Aquí la clave puede estar en la propia dinámica de la Inteligencia Artificial y su revolución, que es la creación de un conocimiento nuevo, en lugar de la acumulación y la extensión de un conocimiento pre-existente, que es como hemos funcionado hasta ahora.

Recordando a Alfonso Guerra, esto no lo va a reconocer ni la madre que lo parió…

Buena semana,

Julio López Díaz, 07 de junio de 2023

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