Área personal

Franklin D. Roosevelt

Julio López 2 Jun 2017

Franklin D. Roosevelt contrajo la polio a los 39 años. Estaba de vacaciones y le dolían las piernas. Muy cerca, vivía un cirujano que convencido de que la polio era una enfermedad que solo afectaba a los niños, diagnosticó erróneamente una lesión de columna y recomendó masajes en las piernas. Justo lo peor que puede hacerse en las primeras fases de la polio. El tratamiento duró dos semanas y cuando otros médicos detectaron el error era demasiado tarde. El masaje le causó una parálisis permanente. No sé si esto será así médicamente, pero es como se cuenta.

Como ven, no sólo en la economía no nos ponemos de acuerdo en cuál debe ser el tratamiento. Una opinión muy extendida entre algunos economistas, es que nos encontramos en una fase que se puede definir como estancamiento secular, es decir, crecimientos económicos que no superan el 2%, acompañados de niveles altos de desempleo, o empleo de mala calidad (empleo a tiempo parcial o bajas remuneraciones). Entre los papeles que se pueden encontrar sobre este tema, uno que me parece importante remarcar es el de James Montier, de GMO, que lo relaciona con la subida de los populismos y el auge de las políticas neoliberales dominantes en la mayor parte del mundo. En su escrito, el economista piensa que estamos en un sistema roto en cuanto a su gobernanza económica, y que las características de ese sistema imperante podían resumirse en cuatro: el abandono del pleno empleo como un objetivo económico deseable y su sustitución por un sistema de inflación objetivo; un incremento de la globalización, tanto de movimientos de gente, como de capitales y de comercio; focalizarse las empresas en la maximización del valor de los accionistas, en lugar de en la reinversión y el crecimiento; y por último, la consecución de unos mercados laborales flexibles y un descenso del papel de los sindicatos en las empresas.

Luego hay dos perspectivas sobre este estancamiento; que es causado por una situación donde los tipos de interés tienen que ser negativos para generar un retorno al crecimiento (explicación por el lado de la demanda) o una segunda, en el que el lío lo tenemos por la caída de la productividad (explicación por el lado de la oferta). El autor es crítico con este planteamiento. Para él, el régimen neoliberal ha provocado inflaciones bajas, bajas tasas de crecimiento, bajo crecimiento de la productividad, un incremento en la desigualdad en términos de ingresos y riqueza; una disminución de la seguridad laboral; y una perspectiva deflacionista en la economía mundial sólo atenuada temporalmente por unos niveles de deuda acumulada estratosféricos.

Los cuatro pilares del neoliberalismo:

1)      Objetivo de inflación. Se abandona la política de pleno empleo y se reemplaza por un objetivo de inflación. Después de la IIGM, todos los gobiernos del mundo se dieron cuenta de que podrían generar pleno empleo a través de políticas de gastos y de impuestos. Estas políticas fueron muy efectivas en su momento y el período posterior a la guerra se conoce como la Edad de Oro. Características: altos niveles de empleo, crecimiento económico y una distribución equilibrada de los ingresos y la riqueza. A mediados de los 70, sin embargo, estas políticas fueron abandonadas porque se pensaba que causaban inflación. Esto fue un error, porque realmente la inflación venía por el shock del petróleo, derivado de los conflictos en Oriente medio, combinado por unas pobres relaciones laborales en los países de habla inglesa, que condujeron a conflictos de clase y huelgas, sobre quién debería soportar estos precios del petróleo más altos. Se empezó a controlar el NAIRU, que es la tasa de empleo a la cual la inflación supuestamente comienza a acelerarse. Este concepto, para Montier, no es realmente observable directamente, y por lo tanto no somos capaces de decir cuándo realmente cruzamos ese nivel. Sólo se sabrá a posteriori y lo asemeja al miedo medieval de que hubiera dragones más allá de un punto del mapa. Aparte, los economistas que lo defienden no se ponen de acuerdo en cuál debería ser dicho nivel.

2)      Libre movimiento de capitales, trabajadores, bienes y servicios. Uno de los gérmenes del populismo, que percibe a los migrantes como los causantes de la pérdida de puestos de trabajo y el descenso en los salarios. Para el autor, lo realmente significativo son los movimientos de bienes y servicios, que en un primer momento beneficiaron al consumidor americano vía bajada de precios, pero que luego supusieron una bajada de la demanda doméstica y pérdida de puestos de trabajo. Esto se puede ver en el constante incremento de las importaciones frente a las exportaciones, y desemboca ahora en todos los miedos que tienen los ciudadanos americanos a los Tratados de Libre Comercio. Esto trae numerosos desequilibrios. La liberalización del comercio ha conducido a una “decimización” de los trabajos manufactureros bien remunerados. En 1970, alrededor del 25% de la fuerza laboral estaba empleada en el sector manufacturero, cuando se encontraba al 9% en el año 2011. Aunque algo de esta bajada tiene que ver con los avances tecnológicos, una porción grande se debe a la liberalización del comercio.

3)      El tercer pilar es el mantra de la maximización del valor para el accionista. Para ello, se llevan a los altares algunos principios “teóricos”, como la eficiencia de los mercados. Bajo un mercado eficiente, el precio actual de las acciones es la mejor estimación de los cash flow futuros esperados, con lo que se maximiza la riqueza maximizando el precio de las acciones. El siguiente concepto de “alineamiento” de los directivos con los accionistas hace que los primeros tengan que ser remunerados de una forma similar. La compensación monetaria y la propiedad de acciones es la mejor forma de alinear estos intereses. La consecuencia real de esta obsesión, es que los gestores de corta duración y centrados en las stock options, prefieren focalizarse en la ingeniería financiera antes que en los objetivos a largo plazo, como puede ser el crecimiento. Muchos gestores están dispuestos a dejar pasar buenas oportunidades de negocio si esto supone que en el próximo trimestre los números queden por debajo de las expectativas. Se prefiere la monetización inmediata a la inversión. Esta obsesión por retornar dinero a los accionistas es un auténtico estrés para la inversión y en algunos casos lleva a potencialmente peligrosos apalancamientos, cuando se recurre a la deuda para hacer frente a estos pagos. Esto lleva a un incremento de las desigualdades si vemos quien se beneficia de las subidas de bolsa. El 1% más rico posee cerca del 40% de las acciones, y si llegamos al 10% más rico nos vamos al 80% de las acciones. Otro ratio que se ha disparado es el ratio sueldo presidente compañía versus compensación a trabajadores.

4)      El cuarto pilar serían los mercados laborales flexibles. El concepto es que esa flexibilidad lleva a una producción óptima. Existe un precio (el salario) y una cantidad de gente dispuesta a trabajar. Un incremento de los salarios lleva a que más gente quiera trabajar, mientras que si bajan los salarios, ocurre lo contrario (¿puede llevar esto a que nos estemos encontrando con aparentemente buenas cifras de empleo, porque la gente no esté dispuesta a trabajar por esos salarios?). Los empleadores determinan los salarios que están dispuestos a pagar y los ofrecen al mercado. Los trabajadores dicen si quieren trabajar a ese precio y el número de horas, hasta que se alcanza un equilibrio. Por el contrario, un mercado laboral no flexible es aquel en el que no se permite ajustar los salarios. Esto ocurre porque los sindicatos organizan a los trabajadores y demandan un salario que los empleadores no quieren pagar. Esto conduce a un salario de equilibrio más alto y desemboca en un mayor desempleo. Para el autor, sin embargo, esta teoría no está soportada por la evidencia. Si fuera correcto, la tasa de sindicación estaría negativamente correlacionada con la tasa de desempleo. Pero no es el caso. En USA cuando la tasa de sindicación estuvo en niveles altos había unas cifras de desempleo muy bajas. También despotrica contra aquellos que quieren eliminar el salario mínimo.

 

Como ven, en la economía siguen teniendo cabida interpretaciones para todos los gustos, todas ellas respaldadas por economistas reputados, que siguen sin aclararnos mucho al común de los mortales, que por la mañana pensamos en negro y por la tarde en blanco. 

Como se decía del primer ministro británico Lloyd George: “Habló durante ciento diecisiete minutos, periodo en el cual solamente fue pillado una vez utilizando un argumento”.

Buena semana.

 

Julio López Díaz, 02 de junio de 2017

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