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Pedigree

Pedigree

Julio López 23 Nov 2017

 

Una pareja se preguntaba cómo podría deshacerse de cinco preciosos cachorrillos, que acababa de parir su perra. El hombre recorrió  en coche toda la ciudad tratando de regalarlos, pero nadie los quería. Entonces acudieron a la emisora local para que anunciaran que estaban dispuestos a regalar unos cachorros con pedigree. Pero fue inútil, a nadie parecía interesarle. Al fin, un vecino les dio un valioso consejo. Regresaron  a la emisora y anunciaron por la radio que vendían los cachorros a veinticinco dólares cada uno. Antes de que acabara el día habían vendido los cinco cachorros.


A veces es curioso cómo se forman las curvas de oferta y demanda en los mercados. La situación de los mercados ha experimentado pocos cambios en las dos últimas semanas, pero si miramos a las tripas de los mismos, sí tenemos algunas cosas curiosas. Los mercados de acciones americanos han vuelto a alcanzar nuevos máximos históricos, los mercados asiáticos han alcanzado máximos desde 2007 y sin embargo, los mercados europeos se han quedado bastante retrasados en este movimiento. Si miramos el caso español, nos encontramos a un Ibex que ha roto los mínimos del año 2012 en su comparativa con la bolsa alemana. Una cosa que no deja de ser curiosa, pues en aquel momento teníamos cotizando la deuda pública a 10 años a niveles del 7%, teníamos riesgo de intervención de las cuentas públicas y ejércitos de hombres de negro empezando a embarcar en aviones Hércules para aterrizar en cualquier ministerio público. Si miramos los mercados de tipos de interés, si hubiéramos leído únicamente mi párrafo anterior, pensaríamos que éstos habrían subido para recoger el supuesto crecimiento futuro de la economía, pero nos damos cuenta, como por ejemplo el diez años alemán ha vuelto a ver reducida su rentabilidad en 12 puntos básicos. La pendiente de tipos de interés ha reflejado también niveles de aplanamiento, no vistos hace mucho tiempo (mayor bajada de tipos a largo plazo que a corto) que no suelen sentar bien a los mercados de Bolsa. Vuelve a haber compras de activos financieros, independientemente de las expectativas que reflejen cada uno de ellos. Si miramos el mercado de crédito europeo, vemos como los high yield dan un rendimiento inferior al 10 años del gobierno americano. El pensamiento prevalente e incluso uniforme, es que vamos a continuar con un crecimiento moderado alto, sin presiones inflacionistas severas y con el apoyo permanente de los Bancos Centrales ante cualquier clavo en el camino, y que esta ayuda superará cualquier trance. A medida que hemos superado las expectativas a niveles de índices fijadas a principio de año, se vuelven a fijar límites superiores sin problema, y todo el mundo empieza a ver el 3000 del SP500 con un objetivo factible a corto plazo. El mercado tiene interiorizado que esto puede no tener límite y obra en consecuencia.


¿Cómo funciona el subconsciente? Empiezan a aparecer papeles, como por ejemplo los que hablan de la burbuja de finales de los noventa, anterior al crack tecnológico del año 2000. Ven el movimiento que hizo desde octubre de 1998 a marzo del 2000 y sacan el titular que el movimiento actual es apenas un 60% del que hizo en ese momento. Y claro, ¿quién quiere perderse ese movimiento cuando además sabemos que somos los más listos y rápidos del mundo mundial para salirnos a tiempo?. A mí me parece complicado fijar límites, pero he aprendido a no despreciar nada (supongo que alguien pensaría lo mismo de mi cuando dije en julio, cuando el bitcoin estaba por debajo de 2.000 dólares, que veríamos el 10.000 antes de un año y ahí estamos). Cada uno tenemos nuestros sesgos y limitaciones, lo que a algunos nos parece un timo, otro es capaz de justificarlo y viceversa. Jamie Dimon dijo a 3000 dólares que el bitcoin era un fraude y ahora su banco se plantea dar servicio de contratación de futuros sobre bitcoin a sus clientes. Poner precio a las cosas es lo más difícil que hay en el mundo. Si miramos los mercados desde un punto de vista técnico, la verdad es que no tenemos ningún amago de vuelta de momento, por muy increíbles que me parezcan las cotizaciones y las valoraciones alcanzadas.

El sector líder es sin ninguna duda el tecnológico. Que además es el principal causante de las diferencias de comportamiento entre la bolsa americana y la europea. La diferencia entre empresas innovadoras de un lado y otro del Atlántico es brutal. En la bolsa europea, apenas puedes contar cuatro o cinco empresas consideradas tecnológicas en los índices. En USA, por el contrario ya hace mucho que superaron a las llamadas empresas tradicionales como petroleras o de consumo. Arthur C. Clarke, el autor de “2001: Una odisea en el espacio, enunció algunas leyes sobre la tecnología. La tercera de las cuales reza: “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Comprar una empresa tecnológica es siempre una aventura, porque los números de la empresa a presente nunca dicen nada (más bien que nunca deberías comprarlas) y hace falta algo más que los financieros, que apenas vemos en traslúcido y se acerca mucho más a los visionarios. “Todo el mundo toma los límites de su propia visión como los límites del mundo” decía Schopenhauer. La situación real es que el cambio tecnológico está siendo tan rápido y su repercusión tan profunda en la vida humana, que está transformando todo lo que conocemos. Hablamos entonces de empresas disruptivas en lenguaje financiero, aunque podríamos llamarlas “caníbales” en lenguaje más novelesco, empresas nuevas que alteran la forma tradicional de hacer negocios en un sector. El caso más llamativo, lo estamos teniendo en el sector de distribución, con la irrupción de Amazon frente a las cadenas tradicionales. En un primer momento supone, sin duda, una gran noticia para el consumidor porque suele venir acompañada de una bajada de precios de los productos. Supone básicamente la eliminación de un número inmenso de intermediarios que van encareciendo el precio del producto final desde el originador del producto. Las consecuencias finales son más difíciles de concretar en términos de monopolios y empleo. Una de las características de estos procesos, es su exponencialidad y aceleración. Parece que durante mucho tiempo no avanzas hasta que el crecimiento explota y se dispara. (Ésta es la teoría que siguen todos los accionistas de Amazon que recitan la cantinela de que “Amazon no gana más porque no quiere “y “que está en una inversión continua sin generar un beneficio a la vista hasta que reviente a los demás jugadores”).


Esta situación ya la vivimos hace diecisiete años. ¿Será esta vez diferente? ¿Simplemente el mercado se adelantó demasiado en poner en precio lo que ha llegado después? ¿Estamos en ese momento exponencial? Hay algunas diferencias entre aquel momento y éste que no podemos obviar. A finales de los noventa hubo un aluvión de empresas que salieron a cotizar al mercado, y los inversores no diferenciaban entre unas y otras. Aún recuerdo el día que Abengoa hizo limit-up en bolsa porque dijo que había comprado acciones de una empresa tecnológica americana desconocida (sin participación de control ni nada, una mera inversión financiera). Había de media cinco o seis OPV a la semana en todo el mundo y las ganancias se disparaban ya el primer día de cotización, con lo cual, la bola de nieve se hacía cada día más grande. Muchas de esas empresas apenas tenían un plan de negocio en los primeros Excel, y nula posibilidad de beneficios. Lo que contaba eran los visitantes de la página y ya está. Ahora el momento es distinto. No hay muchas nuevas empresas que salgan a bolsa. La mayoría de las nuevas empresas son compradas por los gigantes tecnológicos en cuanto dan sus primeros pasos y quedan difuminadas dentro de la nebulosa de la matriz, en muchos casos simplemente para que no representen competencia futura (algo parecido a lo que hizo Dupont con la patente de las medias irrompibles, o Philips con las bombillas que duraban para siempre). Google, Facebook o Amazon se han transformado en gigantescos capitales-riesgo. Las posibilidades de éxito de poner en orden todo el conocimiento acumulado, son mucho más altas que entonces. ¿Justifica las valoraciones actuales? Es la pregunta del millón y la de los dos millones sería, ¿van a dejar los gobiernos la constitución de monopolios globales con un poder y conocimiento sobre la gente tan inmenso? Y la mejor, la de los cinco bitcoin ¿Cómo actuarán los Bancos Centrales bajo este escenario? ¿Qué niveles de capitalización bursátil sobre PIB se pueden alcanzar sin llamarlo burbuja? La historia nos demuestra que los cambios disruptivos no siempre vienen acompañadas de plusvalías bursátiles. Ya pasó con los ferrocarriles sin ir más lejos.


En resumen, que no tengo muy claras las cosas. A veces pienso que quizá sea un dinosaurio que todavía está ahí, como diría Monterroso y otras veces me quedo con el manido refrán de que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

 

Buena semana,


 

Julio López Díaz, 23 de noviembre de 2017

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