Área personal

General Castaños

Julio López 29 May 2018

Durante el reinado de Fernando VII, la Hacienda nuestra no andaba muy boyante. Un día frío de invierno, el general Castaños, vencedor de Bailén, fue a cumplimentar al rey Fernando VII. Acudió vestido con uniforme de verano. El rey, al verle, le dijo:

-          ¡Vienes muy fresco! ¡Te vas a helar!

El general muy serio, le contestó:

- Es la ropa propia de la estación, majestad.

- ¿Propia de la estación? ¡Si estamos en enero!

- Según el calendario astronómico, tenéis razón. Según el calendario económico, la tengo yo, puesto que hoy he cobrado mi paga del mes de julio.

 

Como ven, los ciclos económicos y las estaciones van muy unidos. Ahora que estamos viviendo esta primavera tan intensa en su meteorología, nos resulta más fácil tomarlo como silogismo de lo que está pasando en los mercados financieros. Si en el mes de noviembre, cuando las imágenes de antiguos campanarios de iglesias empezaban a emerger en muchos pantanos, algún agricultor se hubiera querido cubrir del riesgo de lluvias en primavera, seguramente le hubieran tildado de loco, y las compañías de seguros se le habrían tirado a la yugular, para venderle opciones “fuera de dinero” de forma casi gratuita. Tenemos un sesgo a pensar, que lo que ha estado sucediendo durante un tiempo determinado, seguirá haciéndolo igual en el futuro de forma ininterrumpida, y nos olvidamos del carácter cíclico de muchos de esos sucesos. De las pocas cosas que he aprendido después de tantos años en los mercados, es a no descartar nada, y que lo inverosímil pueda ser lo normal. Y una de las cosas que periódicamente vuelven, cuando estamos durmiendo plácidamente, arropados con el edredón nórdico y soñando con Charlize Theron, son los líos políticos en Italia y la salud delicada del proyecto común europeo. La imagen de Charlize se va transformando, fotograma a fotograma, en la imagen aterradora de un Silvio Berlusconi nuevamente rejuvenecido, con la música de La Barbacoa de Georgi Dann de fondo, diciendo que está en plena forma.

 Desde luego, estamos viviendo tiempos políticos sumamente interesantes (y podríamos decir divertidos, pero caeríamos en el cinismo). Una vez más, y llevamos innumerables, somos testigos de lo endebles que son los cimientos en que se está apoyando la Unión Europea. Hace tres semanas manifestábamos nuestro estupor ante la marcha alcista de la bolsa italiana a pesar del caos económico en que había quedado el país tras las elecciones parlamentarias, y que colocaba a los índices transalpinos a la cabeza de Europa con subidas superiores al 12%. Hoy, el índice Mib vuelve a estar en negativo en el año con una caída del 11% en once sesiones, y con la prima de riesgo totalmente disparada. Alguien que hubiera invertido hace tres semanas en bonos italianos a diez años, esperando obtener una rentabilidad anual del 1.48% (que no cubre la inflación) se ha encontrado con una pérdida del 9,25% y unos tipos actuales en el 2.8%. Además de un efecto arrastre a España y Portugal. La prima de riesgo española se ha disparado hasta los 125 puntos básicos, y los bonos alemanes vuelven a ser refugio y llevan la rentabilidad a 10 años al 0.30%, volviendo a pillar a todo el mercado, una vez más corto, a la espera de la tan “deseada” inflación ¿seguirá comprando el BCE bonos alemanes en estas circunstancias? Témome que sí. El bono a dos años alemán vuelve a colocarse al -0.73%, con las teóricas compras de bonos por parte del ECB desapareciendo en apenas cuatro meses. El panorama que se va a encontrar va a ser peliagudo, y la nacionalidad del presidente del ECB va a suponer una prueba de credibilidad muy importante.

Vamos a obviar la realidad política española que todos más o menos conocemos, y vamos a centrarnos en la italiana. Un dato, antes de nada. Un ciudadano italiano medio no ha disfrutado de ningún tipo de crecimiento real desde que pertenecen al euro (veinte años, ahí es nada), si lo medimos en PIB per cápita. Vivían en un mundo en el que cada vez que tenían algún problema de competitividad, depreciaban la lira y empezaban de nuevo. Desde que llegó la moneda única no lo pueden hacer, y la forma de ajustarlo entonces es vía salarial, que es algo de lo que también podemos hablar los españoles. La moneda propia se ha convertido en un oscuro objeto de deseo de los políticos italianos. En este tiempo, su deuda pública ha seguido creciendo y gran parte está en manos del BCE, de bancos de la eurozona y de los propios italianos (no llega al 10% lo que está en manos de jugadores fuera de la zona euro). En las elecciones que se celebraron en marzo, la coalición de centro derecha de Forza Italia y la Liga Norte fue la que más diputados obtuvo (265), pero sin mayoría absoluta y con un sorprendente mayor peso de los segundos, encabezados por Matteo Silvani, mientras que el movimiento 5 Estrellas obtuvo 227 diputados, relegando al Partido Democrático del antiguo premier Matteo Renzi a los 122 escaños. Parecía imposible que pudieran llegar a ningún acuerdo los dos extremos, pero parecen haberlo conseguido, simplemente ofreciendo lo prometido por cada uno de ellos (activo), sin pensar en cómo financiarlo (pasivo), pero introduciendo dos apartados que son los que han hecho explosionar a los mercados. Por un lado, el hablar nuevamente de una moneda que funcione en paralelo al euro y por otro, de una posible quita de los bonos que tiene el BCE en su cartera.

Pero más allá de las consecuencias económicas que estamos viendo, lo verdaderamente llamativo a nivel político es lo que está pasando en los últimos días, y que nos enfrenta a un dilema realmente apasionante. El bloque populista (vamos a llamarle así para entendernos) ha presentado como candidato a ministro de Economía, a un personaje peculiar y profundamente euroescéptico como es Paolo Savona, pero este movimiento ha sido rechazado por el presidente de la República Sergio Mattarella, proponiendo en su lugar a Carlo Cottarelli, un antiguo director del Fondo Monetario Internacional, y que pudiera estar al frente de un Gobierno de tecnócratas muy similar al que vimos ya con Mario Monti. Hay que añadir también, que Carlo Cotarelli tiene el amable calificativo de Mr. Tijeras, por lo amigo que es de realizar recortes en el gasto público, por lo que la volvemos a tener liada y a punto de transformar el Parlamento Italiano en una película de Tarantino en el que el rojo sangre llegue a las camisas de los cámaras. Desde luego, no se parece en nada al acuerdo de gobierno al que habían llegado las otras dos fuerzas. La pregunta filosófica del Trivial de hoy es ¿quién tiene la razón de su parte para formar gobierno? ¿Un presidente no votado, pero que tiene como obligación elegir a un primer ministro que cumpla los acuerdos europeos? ¿O una coalición de partidos aparentemente antagónicos, que se presentaron por separado a las elecciones y con votantes que si se encontraran en un callejón en penumbra convertirían las vísperas sicilianas en un juego de niños? ¿Un gobierno de tecnócratas elegido otra vez por las élites? ¿O un gobierno que con muchas probabilidades va a llevar al país al desastre? Que Dios les pille confesados…

Para terminar, una anécdota de un país “primo” de Italia, como Argentina. Una cifra demoledora que escribía Luis Arenzana en su carta de hace un par de semanas, a raíz de la crisis del peso. El número de contribuyentes de la seguridad social no llegaba a los 10 millones. El número de argentinos que recibía algún tipo de transferencia del Estado superaba los 30 millones. No tengo nada más que decir, señoría.

Como decía un amigo, “Si vives cada día como si fuera el último, algún día estarás en lo cierto”


Buena semana,

Julio López Díaz, 18 de mayo de 2018

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