Área personal

Moción de censura

Julio López 5 Jun 2018

Contaba la siguiente historia Tony de Mello. Una chica se encontró con una amiga a la que no veía hace tiempo: “He oído que has roto con Tom ¿qué ha ocurrido?” “Sencillamente, que mis pensamientos hacia él han cambiado. Eso es lo que ha ocurrido.” “¿Y piensas devolverle el anillo de compromiso?” “¡Ah, no! Mis sentimientos hacia el anillo no han cambiado”.

¡Qué mejor forma de contar lo que está pasando en España, y la “volatilidad” de los sentimientos entre los distintos partidos! Decía Julio Camba, que la envidia de los españoles no es aspirar al coche del otro, sino que el otro se quede sin coche. O como aquel otro español al que se le apareció el genio de la lámpara concediéndole un único deseo, pero como contrapartida tenía que saber que lo que él pidiera, se le concedería doblemente a su vecino, tras lo cual el español dijo “¡Quítame un ojo!”.

Si miran los periódicos del fin de semana, y leen los comentarios de los lectores a todas las noticias derivadas de la moción de censura y el consiguiente cambio de gobierno, el panorama es ciertamente aterrador. ¡Quién diría que está todo calentito, cuando hoy mismo la temperatura de Madrid es cinco grados menos que la de Oslo! Nos podemos quejar de los políticos que tenemos, pero la media de lo que “sudan” esos comentarios en Internet varía entre los hunos de Atila y los mongoles de Tamerlán. No iba a haber guillotinas suficientes en este país para todo lo que se quieren usar. La verdad, no puedo sentir más que envidia por cómo se toman las cosas en Alemania: una vez la gente va a votar, los partidos intentan llegar a un tipo de consenso sobre lo que puede venir bien al país. Las tesituras que se están planteando con los presupuestos hubieran hecho feliz a André Bretón y demás surrealistas. Lo echa para atrás quien lo aprobó y lo defiende el que no vio ni una sola partida para apoyar. Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros.

Lo curioso de todo, es que cuando llegan al poder, tengo la sensación, que las políticas no varían tanto como para estar a cara de perro en todo momento. Sólo hay que mirar a Grecia, donde las políticas de Tzipras no se parecen en nada a las que prometía, y realmente no se diferencian mucho de las que hacían conservadores o socialistas. Miremos a Italia, y vemos a un partido como 5 estrellas aliándose con la Liga Norte y apoyando leyes contra la inmigración. Yo tengo la sensación de que antes de jurar su cargo, los meten en un cuarto oscuro y les dicen lo que hay, y las consecuencias que acontecen si se salen de la línea trazada, sobre todo si dependes de la financiación exterior para sobrevivir.

Para mí, lo más sorprendente de lo que ha sucedido en la economía mundial en los últimos cinco años ha sido, sin duda alguna, la recuperación del empleo. En muchos países desarrollados se está en cifras de pleno empleo, desde el 3.5% en Estados Unidos, un 3.4% en Alemania, un 2.5% en Japón o un 2.2% en la República Checa. Incluso Portugal maneja cifras de apenas un 7.4%. Se puede decir que a nivel mundial, y salvo contadas excepciones (España, Grecia y Sudáfrica, que superan el 15%) el desempleo no es el principal problema (aunque sí lo reflejen las encuestas, lo cual no deja de ser curioso). El principal problema futuro es precisamente ése, que estamos en pleno empleo. Con todo el mundo trabajando, la mayoría de los países no han dejado de crecer en deuda y en gasto público, descuadrando permanentemente las cuentas públicas, esperando un crecimiento futuro que nunca parece ser suficiente.

 Por ello, no me deja de parecer un farol todas las quejas de Donald Trump sobre el recuperar empleos en la industria americana, que es como intentar recuperarlos en la agricultura de principios del siglo XX. Básicamente, no hacen falta nuevos empleos en esas áreas que, para no engañarnos, son las de trabajos más duros y que deberíamos estar encantados de que los hicieran máquinas. Zerohedge publicaba un gráfico esta semana, bastante revelador de lo que estaba sucediendo en alguna industria como la del petróleo y el gas en Estados Unidos. Con la caída del petróleo de 2014-2015, se puede ver como descienden a la vez el número de plataformas petrolíferas y el número total de empleos directos en la industria (en mayo de 2015 había unos 700.000 empleos) hasta junio de 2016, llegando los empleos a 340.000 en esa fecha. A partir de ahí, comienzan a subir de nuevo las plataformas petrolíferas en funcionamiento, hasta alcanzar casi la cifra de 2015, mientras que permanece plana la curva de empleos. En esta recuperación, no se ha contratado a nadie. Se han empleado robots para acoplar los tubos de extracción, una labor que antes era sumamente peligrosa. El nivel de eficiencia se ha multiplicado, y donde antes eran necesarios precios del petróleo por encima de los 70 dólares para ser rentable, las nuevas cifras se acercarán mucho más a los 40-45 dólares. Intentar recuperar empleos en la industria se antoja quimérico.

El principal problema no parece ser pues el empleo, sino el coste del empleo. Si seguimos con los datos económicos publicados en las últimas semanas, uno que siempre miro (pero parece que sólo lo hago yo) es el de las tasas de ahorro americanas. Han vuelto a marcar un nuevo mínimo cuasi histórico acercándose a tan solo un 2%. Esto, obviamente puede ser visto como una confianza ilimitada en la buena marcha del futuro (mirad los lirios del campo y los pájaros, etc.) pero yo pienso más que la mayoría de la gente vive al límite, como se puede ver por las cifras de deuda. Lo llamativo de esa deuda, es cómo está cambiando su parte del pastel en esta recuperación. Antes, el principal trozo de la tarta de la deuda correspondía a las hipotecas. A pesar de la subida de la deuda de las familias en Estados Unidos, las hipotecas se encuentran en términos absolutos un 4% por debajo de los niveles pre-crisis. Sin embargo, los préstamos para coches están un 52% por encima, y los préstamos para cursar estudios un 131% por encima de 2008. Se cambia financiaciones en activos a largo plazo por gasto corriente. Si a principios de los 70 las tasas de ahorro y deuda sobre ingresos eran muy similares, en el rango del 13-15%, en la actualidad estamos en un 2.5 de ahorro-22% de deuda.

Y la tercera parte del problema, como ya les apunté la semana pasada con el caso argentino, es el constante crecimiento del número de personas dependientes de algún tipo de ayuda gubernamental, ya sea una pensión o una ayuda por desempleo. Las ratios de cotizantes/receptores de ayuda no dejan de deteriorarse y es una muestra más de inestabilidad para los déficit públicos.

Mientras se mantenga el crecimiento económico, el tema parece ser más o menos sostenible, pero da miedo pensar en un nuevo parón económico que desmantele el sistema.

Como dice un amigo, “el contribuyente es una persona que trabaja para el gobierno, pero sin haber hecho las oposiciones a funcionario”.

 

Buena semana,

 

Julio López Díaz, 05 de junio de 2018

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