Área personal

Todo se ha cumplido.

Julio López Díaz 14 Abr 2016

Decía Diógenes a sus discípulos, que todo lo que tenía que suceder estaba escrito ya. Y que nada de lo que hiciera el hombre podía cambiarlo. En cierta ocasión, un perro se le echaba encima y Diógenes, para evitar que le mordiera, se subió a un árbol. Un discípulo le planteó este problema:

  • Según tu doctrina, no deberías haber subido al árbol. Si estaba escrito que el perro te mordería, te habría mordido igual: Y si estaba escrito que no te mordería ¿para qué subirte al árbol?

Diógenes dio esta solución al problema:

  • Estaba escrito que el perro se me echaría encima y estaba escrito que yo me subiría al árbol; y así todo lo escrito se ha cumplido.

Toda la tradición mitológica griega se basa en la lucha de los protagonistas contra un destino previamente escrito y del que no pueden escapar, que es lo mismo que intentamos hacer los traders cuando estudiamos pautas anteriores que se puedan repetir en un futuro. El otro día cayó en mis manos un artículo sobre Nikolai Kondratieff, sin duda uno de los economistas más importantes del siglo XX. A muchos no les sonará, pero su teoría sobre los ciclos económicos, en mi opinión, sigue plenamente vigente. Murió el 17 de Septiembre de 1938, fusilado por orden de Stalin, después de haber pasado los ocho años anteriores en prisión. Su pecado fue poner un pero a la teoría marxista del fin del capitalismo, y comentar que éste no terminaba colapsando como los dinosaurios, sino que tenía una especie de gen que le hacía adaptarse a las condiciones cambiantes y mutar. Teorizó que más allá de los ciclos cortos de los negocios, hay un ciclo más largo de 50 años en el que los puntos de giro coinciden con cambios estructurales dentro del capitalismo y periodos de conflicto. Y que estos momentos formaban parte de un orden y no de un caos. Muestra cómo sistemas económicos que han durado décadas, explotan repentinamente. La verdad es que es una teoría sumamente atractiva, y que me hace tener un aliento de esperanza en la situación que estamos viviendo actualmente. Quizá estamos en los albores de un nuevo periodo de crecimiento económico. Tras la sociedad agrícola fue la industrial, y tras ésta, la del consumo. La del consumo la hemos estirado con la financialización de la economía (básicamente vía deuda) y ya estamos dando las últimas bocanadas. ¿Por dónde vendrá el siguiente crecimiento? Seguramente tenga que ver con el conocimiento o quizá con algún descubrimiento que nos lleve a la inmortalidad…

En la teoría de Kondratieff, cada ciclo largo tiene un período álgido que dura veinticinco años alimentado por el desarrollo de nueva tecnología y alta inversión del capital, luego una pata lateral-bajista de más o menos la misma duración, y normalmente se finaliza con una depresión. En la parte de subida las recesiones son raras, mientras que en la segunda fase son más frecuentes. En la primera parte, el capital fluye hacia las industrias productivas, en la segunda queda atrapado en el sistema financiero. La primera fase suele empezar con una frenética década de expansión, acompañada por guerras y revoluciones, en la que la nueva tecnología, descubierta en la anterior fase bajista, de repente se estandariza y despliega. Luego comienza una ralentización causada por la reducción del capital invertido, la subida de la tasa de ahorro y el acaparamiento de capital de los bancos. También se dedican muchos recursos a gasto militar no productivo. Sin embargo, esta fase forma parte todavía de la parte de crecimiento, y las recesiones son cortas y débiles, mientras que los periodos de crecimiento son largos y fuertes. La siguiente fase bajista comienza con la caída del precio de las materias primas y de los tipos de interés. Hay más capital acumulado que el que puede ser invertido en industrias productivas y tiende a embolsarse en el sector financiero, deprimiendo los tipos de interés porque la amplia oferta de crédito baja los tipos de interés para tomar prestado. Las recesiones empeoran y llegan a ser más frecuentes. Los precios y los salarios colapsan y finalmente surge la depresión. No hay un timing para estas cosas y las ondas no son regulares. La siguiente fase de lanzamiento despega por grandes cantidades de capital barato que se han acumulado, centralizado y movilizado en el sistema financiero, normalmente acompañado por una subida de la oferta de dinero que es necesario para financiar este boom inversor. Se inician inversiones grandiosas (Kondratieff pone el ejemplo de canales y factorías en el siglo XVIII o del sector ferroviario en el XIX). Se despliega una nueva tecnología y se crean nuevos modelos de negocio y nuevos mercados. Nuevos grupos sociales asociados a las nuevas industrias y tecnología chocan con las viejas élites, produciendo disturbios. Algunos de los detalles son específicos de cada ciclo particular, pero lo que es importante en la tesis de Kondratieff es su argumento sobre las causas y efectos. El despegue es consecuencia de la acumulación de capital, mayor al que es invertido. Un efecto es la expansión de la oferta monetaria, el otro es la capacidad de acceso a nueva y más barata tecnología. Luego Schumpeter tomaría la teoría de los ciclos y la haría más atractiva para los capitalistas, con su teoría de que el emprendedor y el innovador conducen cada nuevo ciclo, y que las crisis son intrínsecas al capitalismo, alumbrando su slogan de la destrucción creativa que acaba con los viejos e ineficientes modelos.  

Desde luego, el modelo 80 años después parece muy vigente (los atléticos comenzamos el ciclo de despegue hace cinco años y nos quedan otros veinte de dar la vara). 

La última fase es la que estamos viendo en los mercados durante los dos últimos años. Se da una paradoja. Los márgenes de las empresas pensamos que tocaron techo entonces, y desde entonces no invierten, sino que se dedican a recomprar sus propias acciones. Cualquier mercado es oferta y demanda, y lo que vemos, aunque a muchos les extrañe, es más dinero que nunca; dinero que la gente no sabe dónde poner. Eso produce que las valoraciones de las empresas estén tan altas. La fórmula para salir del marasmo económico tiene mucho que ver con que el dinero salga de los mercados financieros donde está embolsado y se invierta en economía real (con el problema de que hay muchos sectores que siguen con sobrecapacidad). La salida serán esos sectores que ahora apenas divisamos y no la “vieja economía”.

No sé si nosotros lo veremos. Como dice un amigo mío, el día que inventen un consolador con un accesorio para abrir botes de mermelada, los hombres nos extinguiremos.

Buena semana


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