Área personal

James Whistler

Julio López 7 Mar 2018

El célebre pintor James Whistler trataba a sus muchos acreedores con la mayor de las habilidades, sorteándolos con golpes de ingenio. Uno de ellos se presentó en su casa para exigirle el abono de un pagaré a largo plazo. En eso estaba el buen hombre, cuando el artista le interrumpió ofreciéndole una copa de champán con la mejor de sus sonrisas.- ¿Cómo puede permitirse el lujo del champán cuando no puede pagarme el pagaré? -Le preguntó el indignado comerciante, –Querido señor, déjeme asegurarle -le dijo el pintor con la copa en la mano -que tampoco esto lo he pagado.

Si miramos las noticias de prensa de la última semana, hay un denominador común en todas ellas, y es el hecho de que todo el mundo parece estar cabreado con todo el mundo y que se tiene todos los derechos a reclamar contra alguien. En Estados Unidos están cabreados con el resto del mundo, porque consideran intolerable su balanza comercial deficitaria, el denominador común de los italianos es que están cabreados con Europa, ya sean de extrema izquierda o de extrema derecha, y es lo único que les une, y en España ahora están cabreados los pensionistas.

En lo que nos toca más de cerca. La semana pasada recibí un tweet: “En el 68 fueron los estudiantes, en el 2018 los jubilados, es decir, los mismos.” Se refería, por supuesto, a las manifestaciones de jubilados en las calles españolas reclamando subidas en sus pensiones. Es un tema capital, pero en el que la demagogia fácil, la pereza de los políticos a la hora de afrontar dicho problema y el propio egoísmo de la población, lo complican todavía más. Es uno más de los conflictos irresolutos de nuestros días a nivel mundial y un síntoma más del credo económico en el que vivimos. Como habré escrito doscientas veces, el problema es que para que no descarrile la economía, lo que han hecho los Bancos Centrales es manipular los tipos de interés y traer a valor presente todos los flujos futuros, por lo que el crecimiento a largo plazo va a ser mucho menor a lo que estamos acostumbrados y además recurriendo a la deuda. La deuda de los gobiernos no deja der ser un traslado del problema de las generaciones actuales, a las futuras. El dejar los marrones al siguiente, que se estudia en primero de Políticas. El gasto de las generaciones actuales contra el no gasto de las futuras. El eufemismo utilizado es el de “solidaridad intergeneracional”, pero las matemáticas nos alejan de esa manoseada solidaridad, porque los desequilibrios van a ser tremendos. El sistema sólo era válido con una estructura piramidal con una base ancha y un pico pequeño. En el momento en que esto se altera no puedes seguir utilizando la misma fórmula de cálculo. Y si cualquier especialista te alerta de la insostenibilidad del sistema, no puedes pedir a los asalariados actuales que echen al fuego las últimas sillas donde están sentados. La propuesta más socorrida es que el cargo se haga contra impuestos, en vez de contra la Seguridad Social, que es como cambiar de teta de la misma vaca. Sin embargo, no ven ningún problema en utilizar los excedentes en los municipios para volver a hacer fuentes y aceras. ¿No podría utilizarse esos números negros para rebajar los rojos del resto de los sitios?

Oía el otro día al demagogo de Miguel Ángel Revilla hablando en televisión sobre el tema, y me  iba encendiendo poco a poco, porque son los cargos públicos los que deberían dar un paso adelante y presentar la realidad tal como es y no intentar, simplemente, ganar un puñado de votos que les permita seguir aferrados a la poltrona. Y cuando veía que se echaban encima del  Gobernador del Banco de España porque decía que "por lo menos la mayoría tenía casa en propiedad", pues aunque me caigan palos por todos los lados, no podía menos que darle la razón y resaltar ese “menos mal”. Porque a mí (seguro que soy un mal hijo) la verdad, me preocupa mucho más lo que va a pasar con mis hijos, que la situación de mi madre o de mi suegra, ¡Que Dios la mantenga mucho tiempo con nosotros!

La situación de nuestros hijos sí que es peliaguda (quizá, todo se base en mi escasa visión optimista sobre el futuro). Van a tener sueldos por los suelos (sólo una letra de diferencia, para que vean lo inteligente del castellano) y el principal destino de esos salarios, la vivienda, en términos relativos por las nubes, y encima, les queremos cargar con nuestro gasto actual al que no queremos renunciar. Pues la verdad, si hay que elegir, me quedo con ayudar a los jóvenes. Y hay que recordar que la deducción por familia numerosa en el IRPF es de 1.200 euros en total. ¡Eso sí que es para mear y no echar gota!

En España, en términos demográficos, vamos con unos quince años de retraso con respecto a Estados Unidos, y si ponemos un ejemplo que está al otro lado del océano, parece que levantaremos menos ampollas. Su baby-boom fue a finales de los cincuenta y el nuestro a finales de los sesenta. Y las estadísticas que existen admiten poca comparación. A finales de los sesenta en Estados Unidos (los datos son de One River Asset Managament) el gobierno federal invertía un dólar en niños por cada euro invertido en personas mayores. En la actualidad, la relación es cuatro a uno. Por cada dólar invertido en niños, se invierten cuatro en personas mayores. No estamos hablando sólo de la paga a los pensionistas, hay que añadirle los gastos en sanidad y los derivados de la ley de dependencia. Y ese gasto va a seguir subiendo de forma importante aunque no se suban las pensiones, con lo que el esfuerzo de las clases activas no dejará de crecer. Y esos niños que comparativamente reciben menos que sus abuelos, se van a encontrar con una deuda gubernamental de veinte trillones de dólares y otras obligaciones futuras de alrededor de otros cincuenta trillones de dólares. Y además, aprobamos una reducción de impuestos contra esa deuda futura (para más INRI, los beneficiados son los que más tienen ahora mismo). Si vemos las cifras, por ejemplo, del muy aclamado y admirado Warren Buffet, que permanentemente se queja de los pocos impuestos que paga y que su secretaria paga más que él, las magnitudes dan mucha luz. Con una fortuna estimada de 87.000 millones de dólares, pagó según sus propias declaraciones el año pasado en su declaración de la renta 1.8 millones de dólares (no saque la calculadora, es un 0.002% de su fortuna). La reforma fiscal aprobada este año le va a suponer a su conglomerado Berkshire Hathaway un beneficio de 39.000 millones de dólares que por llevarlo a una cifra española, supone el gasto en defensa de 6 años de España, o la cobertura de cuatro meses de todos los pensionistas españoles.

Todos los economistas y banqueros centrales nos cantan las bondades del crecimiento económico, pero parece que esa percepción tan bondadosa no llega a la mayoría de la gente, que además cada vez empieza a enojarse más con eso de que las empresas estén en máximos históricos de beneficios y no se note en el incremento de salarios. Desde luego, y como venimos comentando, el número gordo del dinero ahorrado por la reforma fiscal americana, está yendo nuevamente a la recompra de acciones y no a remunerar más a los trabajadores.

Acuérdense del Precepto de Ferguson. “Una crisis consiste en no poder decir: olvidemos este tema”.

 

Buena semana,


Julio López Díaz, 07 de marzo de 2018

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